1, 2, 3... Splash (1984)

“1, 2, 3... Splash” no es una película que se olvida fácilmente. Más allá de su premisa improbable y superficialmente encantadora, se erige como una experiencia cinematográfica peculiar, un ejercicio de fantasía melancólica que, si bien no alcanza la excelencia, merece atención por su atmósfera y la delicadeza con la que aborda temas de memoria, soledad y el anhelo de conexión. La película, dirigida con sutileza por la dupla compuesta por Chris Columbus y Kenny Ortega, no busca efectos especiales grandilocuentes ni un despliegue espectacular de la magia. En cambio, se centra en la emoción y en el desarrollo de la relación entre Allen y la sirena, interpretada magistralmente por Alexandra Daddario. Su presencia es, sin duda, el corazón de la película, impregnándola de una belleza etérea y una vulnerabilidad palpable.

La dirección de Columbus es particularmente notable en su capacidad para crear un ambiente onírico y evocador. Los colores son suaves, casi pastel, y la fotografía de Salvatore Totino captura la belleza salvaje del océano y la opulencia de Nueva York de una forma casi irreal. No obstante, a veces la estética puede sentirse un tanto predecible, y la banda sonora, aunque presente, no siempre aporta la profundidad necesaria para intensificar las escenas clave. Kenny Ortega, veterano coreógrafo de musicales, aporta su sello distintivo a las secuencias con Allen y la sirena, dándoles un ritmo y una fluidez que alegran el desarrollo de su romance. Sin embargo, la película a veces se pierde en las convenciones del musical, perdiendo un poco de la sutil madurez que se intenta construir.

La actuación de Daddario es, sin duda, el punto fuerte de la película. Ella transmite una mezcla perfecta de inocencia y melancolía, logrando que la audiencia conecte con la soledad y el anhelo de la sirena. John Travolta, en el papel de Allen, ofrece una interpretación más contenida que se ajusta a la personalidad del personaje. No es una actuación deslumbrante, pero sí honesta y capaz de evocar la confusión y la angustia de un hombre que se siente atrapado en una realidad que no entiende. El guion, escrito por los hermanos Paul y Corey Stoll, presenta algunas lagunas narrativas y momentos de diálogo forzados, pero en general es capaz de mantener al espectador enganchado gracias a la trama intrincada y la premisa original. La exploración de la memoria, aunque no es el tema central, se revela como un elemento crucial para comprender la relación entre Allen y la sirena.

A pesar de sus imperfecciones, “1, 2, 3... Splash” es una película que invita a la reflexión. Es una historia de amor improbable, pero también es una meditación sobre el pasado, la soledad y la búsqueda de la conexión humana. No es un espectáculo deslumbrante, pero sí una experiencia cinematográfica conmovedora que permanece en la memoria. La película se atreve a ser melancólica y a explorar temas profundos, lo que la distingue de otras películas fantásticas que se limitan a la espectacularidad. Si buscas algo diferente, algo que te haga pensar y sentir, este podría ser el filme adecuado.

Nota: 7/10