“10 vidas” (Ten Lives) es una comedia animada de Sony Pictures que, a primera vista, podría ser vista como una simple película familiar. Sin embargo, bajo la superficie de la acción y el humor, se esconde una reflexión inesperada sobre la fragilidad de la fortuna, el arrepentimiento y la necesidad de valorar lo que uno tiene. La película, dirigida por Lasse Hallström, se aleja del torpe slapstick que a menudo se asocia con este tipo de producciones y apuesta por un tono más pausado y, a su vez, más conmovedor.
El protagonista, Beckett, un gato siamés de apariencia desfacharrada y personalidad vanidosa, es interpretado con una perfección que sorprende. El actor de voz, Patrick Stewart, le da una profundidad sorprendente al personaje, dotándolo de una mezcla de arrogancia y vulnerabilidad que lo hace, paradójicamente, entrañable. La película utiliza el formato de “flashback” para narrar la historia de Beckett, mostrando cómo su vida ha sido salpicada de desgracias inexplicables y un destino, supuestamente, favorable. El contraste entre la supuesta suerte y las numerosas muertes es lo que impulsa la trama principal. La dirección visual, en general, es cuidada, aunque a veces la animación puede sentirse un poco datada en algunas escenas. El uso de la animación 3D es funcional, pero no particularmente innovador.
El guion, escrito por Lasse Hallström y Bob Nelson, es el elemento más interesante de la película. Más allá del argumento de la resurrección, la historia de Beckett es una metáfora sutil sobre la importancia de la gratitud y la humildad. Su transformación, impulsada por el miedo a la muerte, no es repentina ni forzada. El director, que ya ha demostrado su talento en la comedia (como en “Mi Mejor Amigo”), construye un arco de personaje gradual y creíble. La película explora el tema del arrepentimiento de manera inteligente, mostrando cómo las acciones pasadas tienen consecuencias. Además, la inclusión de otros animales, como el loro y el perro, añade profundidad al universo narrativo y permite explorar diferentes perspectivas sobre la vida y la muerte.
Sin embargo, debo admitir que la película podría haberse beneficiado de un ritmo más marcado. Algunos flashbacks se alargan innecesariamente, lo que puede ralentizar el desarrollo de la trama. Aunque la animación es generalmente buena, la ausencia de un diseño visual más moderno podría resultar un obstáculo para algunos espectadores. El humor, en general, es accesible y familiar, pero no llega a ser particularmente brillante o original. No obstante, la actuación de Patrick Stewart y el mensaje subyacente, sobre la importancia de valorar la vida, la convierten en una película recomendable, especialmente para disfrutar en familia. Es una historia sobre la mortalidad, pero vista a través de los ojos de un gato. Una perspectiva, si no, interesante.
Nota: 7/10