15:17 Tren a París (2018)

“15:17 Tren a París” es un drama que, a pesar de su temática actual y con frecuencia dramática, no logra alcanzar las alturas que su premisa sugiere. La película, basada en hechos reales, nos presenta la historia de tres amigos estadounidenses – Mark, Dom y Jason – que, tras una juventud marcada por las drogas y la desorientación, deciden viajar a Europa para buscar un nuevo comienzo. Su viaje se convierte, inesperadamente, en la historia de cómo frustran un atentado terrorista en el tren Thalys que iba de Bruselas a París, convirtiéndose en héroes sin quererlo. La narrativa, sin embargo, carece de la profundidad y el suspense que uno esperaría de un relato de esta magnitud.

La dirección de Justin Chadwick es competente pero, en general, algo segura. Evita los cliches del género de acción y se centra en el desarrollo de la relación entre los tres protagonistas. El ritmo es lento, deliberadamente, para construir el trasfondo de los personajes y mostrar la evolución de su amistad. No obstante, esta lentitud, en ocasiones, se siente como un estorbo, especialmente en las escenas que intentan relatar el meticuloso plan del terrorismo. Chadwick opta por un estilo visual sobrio, aunque las escenas de acción, cuando llegan, son sorprendentemente efectivas y bien coreografiadas, logrando transmitir el caos y la tensión del momento. A pesar de ello, la cinematografía no es particularmente memorable.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Jake Gyllenhaal, Chris Pine y Édgar Ramírez ofrecen interpretaciones sólidas y convincentes. Gyllenhaal, en particular, asume el papel del personaje más conflictivo, Mark, con una intensidad palpable que transmite las turbulencias internas del personaje. Pine y Ramírez complementan su actuación con justeza, dotando a sus personajes de la complejidad necesaria para que la relación entre ellos sea creíble. Sin embargo, la película a veces se queda en la superficie, explorando la motivación de los personajes de forma limitada y sin profundizar en sus dilemas morales. Dom, interpretado por Pine, a menudo se siente como un arquetipo del "niño problemático", carente de matices que lo hicieran más que un cliché.

El guion, escrito por John Glasser, es donde la película más notablemente falla. Si bien la premisa inicial es cautivadora, la ejecución carece de un enfoque audaz y una trama intrincada. La película se centra demasiado en la acción y la reacción, relegando a un segundo plano el análisis de las motivaciones de los terroristas y el impacto del incidente en las víctimas. Se ofrece una visión superficial de los eventos, evitando confrontar cuestiones complejas sobre el extremismo y la seguridad nacional. La historia se siente, en ocasiones, como una simple narración de hechos, sin la profundidad y la reflexión que el tema merece. Las escenas del plan terrorista, aunque visualmente impactantes, parecen desprovistas de sustancia y no logran generar un verdadero suspense.

A pesar de sus defectos, “15:17 Tren a París” es una película que, si bien no alcanza la excelencia, ofrece un entretenimiento decente y una historia inspiradora. La valentía de los protagonistas es admirable, aunque la trama carece de la complejidad y el rigor necesarios para convertirla en una obra cinematográfica verdaderamente memorable.

Nota: 6/10