187, más mentes peligrosas (1997)

“187, Más mentes peligrosas” es un thriller psicológico que, a pesar de sus ambiciones, se queda a medio camino entre la introspección y el melodrama. La película, dirigida por Robert Frank Jr. y con un guion coescrito por él mismo y Christopher Borrecci, busca explorar las profundidades de la desesperación, la violencia y el trauma, pero termina diluyéndose en una atmósfera de cinismo excesivo y en una ejecución que no aprovecha todo su potencial.

La historia de Trevor Garfield, interpretado con una intensidad palpable por Ben Foster, es ciertamente impactante. Su transformación, desde la devastación causada por el ataque hasta su regreso a las aulas, se presenta como un proceso de reconstrucción personal. Foster consigue transmitir con creces el peso de la culpa, la rabia contenida y la necesidad de redención. Su actuación, sin duda, es el punto más fuerte de la película. El resto del reparto, en cambio, no alcanza el mismo nivel. Hay algunos momentos de buena interpretación, especialmente en las actuaciones secundarias, pero el guion no les da la oportunidad de mostrar su verdadero alcance.

La dirección de Frank Jr. se caracteriza por una estética visual cruda y realista. Se aleja de la grandilocuencia y opta por un enfoque documental, casi como si estuviéramos viendo un reportaje sobre una comunidad marginada. Las secuencias de la escuela, saturadas de luces fluorescentes, conversaciones ásperas y miradas desconfiadas, son especialmente efectivas. Sin embargo, esta estética, aunque efectiva, corre el riesgo de volverse monótona y repetitiva. A veces, la película parece querer empujar al espectador a la desesperación, pero sin ofrecerle ninguna forma de escape o esperanza.

El guion, aunque bien intencionado, es donde la película pierde más fuerza. Las relaciones entre los personajes son superficiales y poco desarrolladas. La trama, centrada en el regreso de Trevor a la enseñanza, se ve oscurecida por una serie de flashbacks que, aunque pretenden añadir profundidad a la historia, terminan ralentizando el ritmo y diluyendo el impacto emocional. La película se concentra demasiado en la representación del entorno social, casi como en un retrato estático, y le presta menos atención a la evolución interna de los personajes. Las motivaciones de algunos de los alumnos, en particular, son difíciles de comprender, lo que dificulta la empatía por sus personajes.

En definitiva, “187, Más mentes peligrosas” es una película con ambición, con una fotografía interesante y una actuación sobresaliente de Ben Foster. Pero, por desgracia, su guion débil y su dirección algo fría impiden que la película alcance su máximo potencial. Se siente como una promesa incumplida, un thriller con tintes sociales que no logra conectar a fondo con el espectador.

Nota: 6/10