“2 Coelhos” no es simplemente un thriller de suspense, es una lente deformada que nos obliga a examinar las cicatrices de la corrupción en el corazón de Brasil. Fernando Alves Pinto, como director, construye una narrativa densa y perturbadora que, aunque a veces se siente un poco sobrecargada, logra mantener al espectador al borde del asiento gracias a su constante flujo de información y sus inesperados giros argumentales. La película se adentra en la psique de Edgar, interpretado con una intensidad silenciosa y efectiva por Fernando Alves Pinto, un hombre de clase alta que ha perdido todo y que, atormentado por un pasado que no puede olvidar, decide que la única forma de reclamar su dignidad es enfrentarse al sistema corrupto que lo ha destrozado.
La actuación de Alves Pinto es, sin duda, el punto neurálgico de la película. Logra transmitir la desesperación, el dolor y la creciente ambición de Edgar de una manera visceral. Sin embargo, el resto del elenco también brilla con luz propia. Alessandra Negrini ofrece una interpretación cautivadora como una mujer con secretos oscuros, mientras que Caco Ciocler aporta una dosis de humor negro y cinismo que contrasta a la perfección con la atmósfera sombría de la película. Marat Descartes, en un papel relativamente breve, destaca por su presencia en pantalla y por la sensación de que detrás de su personaje se esconde un gran misterio.
La fuerza de "2 Coelhos" reside en su guion, meticulosamente elaborado por Alves Pinto y Ricardo Teodoro. La trama se desarrolla con un ritmo pausado, permitiendo al espectador sumergirse en la complejidad de la conspiración. La película no se limita a mostrar la corrupción, sino que explora sus motivaciones, sus consecuencias y sus efectos en las personas. La utilización de la tecnología y la información alternativa como herramientas para la acción es particularmente interesante, reflejando una realidad contemporánea en la que la manipulación informativa es una herramienta poderosa. A pesar de la densidad de la información que se presenta, el guion evita la condescendencia y permite al espectador construir su propia interpretación de los hechos.
Sin embargo, la película no está exenta de fallas. A veces, el ritmo lento y la abundancia de detalles pueden resultar un poco abrumadores, y algunas escenas podrían haberse beneficiado de una mayor claridad narrativa. Además, la ambientación de la película, aunque evocadora de la Brasil actual, podría haberse profundizado más para explorar las implicaciones sociales de la corrupción que se expone. No obstante, estas pequeñas deficiencias no empañan la visión general de una película ambiciosa, inteligente y provocadora que nos invita a reflexionar sobre la fragilidad del orden social y la importancia de la verdad.
Nota: 8/10