“2.0”, la ambiciosa producción de S. Shankar, no es una película fácil de digerir, ni tampoco pretende serlo. Es una epopeya tecnocientífica que, en su intento de ser innovadora, a veces se pierde en la sobrecarga de ideas y efectos especiales, aunque en definitiva, ofrece un espectáculo visual que no deja de fascinar. La película es, ante todo, un debate sobre el progreso tecnológico y sus consecuencias, una reflexión sobre la relación del hombre con la inteligencia artificial y, quizás, una crítica implícita al consumismo desenfrenado.
La dirección de Shankar es magistral, creando un futuro distópico vibrante y lleno de detalles que merecen la pena observar con atención. La película se siente enormemente influenciada por "Blade Runner" y “Matrix”, pero logra crear una atmósfera única y visualmente impactante. Sin embargo, esa misma ambición a veces es su debilidad. El ritmo es irregular, con momentos de pura acción y otros donde la historia se diluye en explicaciones técnicas excesivamente detalladas. La película se arrastra en algunos momentos, perdiendo la tensión que podría haber tenido.
Las actuaciones son sólidas, pero la película no permite que los actores brillen por sí mismos. Rajinikanth ofrece una interpretación convincente como el científico atormentado, aunque su personaje a veces parece caricaturesco, un cliché del científico brillante y excéntrico. Akshay Kumar, en el papel de la evolución de Chitti, aporta una presencia imponente y una seriedad inesperada. Amy Jackson, por su parte, aporta un toque de ternura y humanidad al papel de Anya Jacob, la pieza clave para detener la misión vengativa del robot. La interpretación de Sudhanshu Pandey como el agente del gobierno, implacable y determinado, es notable, aportando un contrapunto crucial a la locura tecnológica que domina la trama.
La base de la película, la idea de que los teléfonos móviles son la culpable de la extinción de las aves, es intrigante y plantea una pregunta importante sobre el impacto de la tecnología en el medio ambiente. Aunque la conexión no se explica de manera completamente convincente, se presenta como un punto de partida para una reflexión que, en un mundo cada vez más dominado por la tecnología, resulta crucial. El guion, sin embargo, carece de la sutileza necesaria para que esta premisa sea realmente poderosa. La película se basa demasiado en la exposición y en la demostración visual de la tecnología, a veces sacrificando el desarrollo de personajes y la profundidad emocional.
En resumen, “2.0” es una película ambiciosa y espectacular que, a pesar de sus fallos, merece la pena ver por su valor visual y por el mensaje que intenta transmitir. Es una experiencia cinematográfica inmersiva y sobrecogedora, pero no es una obra maestra. Se trata más bien de un espectáculo técnico que intenta ser inteligente y reflexivo, y que, en ocasiones, se queda corta.
Nota: 7/10