20 días en Mariúpol (2023)

“20 Días en Mariúpol” es, sin duda, una experiencia cinematográfica visceral y profundamente conmovedora. Esta película, que ha cosechado una merecida nominación al Óscar, no se presenta como un mero reportaje bélico, sino como un relato humano, desgarrador y, en última instancia, esperanzador. La dirección de Ilya Zelensky y Stas Avkhimov es magistral en su naturalidad; evitan cualquier artificio narrativo para permitir que la cruda realidad de Mariúpol se filtre directamente a la pantalla, atrapando al espectador en el caos y el horror de la guerra.

El documental se basa en el testimonio del equipo de periodistas ucranianos que se encontraban en la ciudad durante los últimos días de la ofens rusa. Su valentía es palpable en cada imagen, en cada entrevista, en cada mirada. La película se centra en el trabajo diario de estos reporteros: el riesgo constante, la necesidad de documentar con rapidez y precisión, la lucha por mantener la conexión con el mundo exterior. La ausencia de un guion tradicional, la presentación casi documental de los materiales grabados, aumenta la sensación de autenticidad y nos hace sentirnos partícipes de su jornada, como si estuviéramos presenciando los hechos en tiempo real. El ritmo, a pesar de la gravedad de los acontecimientos, es constante y cautivador, siempre manteniendo la tensión y la urgencia.

Las actuaciones no son en el sentido clásico, ya que no se trata de personajes definidos, sino de la representación de un equipo que lucha por transmitir la verdad. Sin embargo, la intensidad de sus rostros, sus gestos, sus palabras, hablan por sí mismas. Cada miembro del equipo aporta una perspectiva diferente, un ángulo de observación, y la película consigue integrar estas voces de manera fluida y cohesionada. Se percibe un sentido de camaradería, de propósito compartido, que es fundamental para entender cómo afrontan la situación tan aterradora. Lo más impactante, sin embargo, es la manera en que se filman los testimonios de los civiles, los niños, los médicos, mostrando la devastación de la vida cotidiana bajo el fuego enemigo. Las imágenes del hospital materno bombardeado y de las fosas comunes son, inevitablemente, impactantes y profundamente perturbadoras, pero se presentan con un respeto y una dignidad que no minimizan el horror, sino que lo elevan a una categoría de denuncia esencial.

“20 Días en Mariúpol” va más allá de ser un simple documental de guerra; es un manifiesto periodístico, una llamada a la atención y un recordatorio de las consecuencias humanas de la violencia. Es una película que exige reflexión y que, sin duda, permanecerá en la memoria del espectador. Es una obra que merece ser vista y que, esperemos, contribuya a que el mundo no olvide la tragedia que se está desarrollando en Ucrania.

Nota: 9/10