20.000 leguas de viaje submarino (1954)

“20.000 leguas de viaje submarino” (1954), dirigida por Richard Thorpe, es una joya cinematográfica de una época dorada del cine de aventuras, un relato visualmente deslumbrador y narrativamente sólido que, a pesar de sus limitaciones técnicas, aún hoy conserva una fascinación cautivadora. Thorpe logra convertir la novela de Julio Verne en una experiencia cinematográfica inmersiva, ofreciendo una aventura marítima llena de suspense, tecnología vanguardista para su época y un toque de misterio. La película no se limita a ser una mera adaptación; es una reinterpretación que, con maestría, evoca la atmósfera de intriga y asombro que caracteriza al autor francés.

El guion, adaptado de la novela original, se centra en la expedición del profesor Aronnax, su fiel asistente Conseil y el rudimentario pero ingenioso Niec, un náufrago que se une a ellos en busca de gloria. La trama se desarrolla con un ritmo que equilibra la acción de la persecución del monstruo con momentos de exploración y descubrimiento dentro del Nautilus. La película, sin embargo, no se preocupa por profundizar en la psicología de sus personajes, optando por un enfoque más centrado en la aventura y la visualización de la tecnología ficticia del submarino. La tensión se construye a partir de la incertidumbre que rodea al "monstruo" y las maniobras audaces del Nautilus, que constantemente desafían las leyes de la física y la lógica.

El corazón de la película reside, sin duda, en la espectacularidad visual del Nautilus. El diseño del submarino, una mezcla de art déco y ciencia ficción, es innovador para la época y permanece notablemente bien conservado. Thorpe utiliza efectos especiales ingeniosos y un modelado físico que aporta una sensación de realidad asombrosa para el espectador de los años 50. La dirección de los efectos especiales, aunque rudimentaria en comparación con los estándares actuales, crea una atmósfera de maravilla y asombro que es el sello distintivo de la película. La iluminación, en particular, juega un papel crucial para acentuar la oscuridad del océano y el brillo de las máquinas.

Las actuaciones son sólidas. Carroll Nash, como el profesor Aronnax, proyecta una imagen de inteligencia y determinación, mientras que Peter Lorre, en el papel de Niec, aporta una mezcla irresistible de astucia y debilidad. La interpretación de Lorre es la que más resalta, gracias a su carisma y a su capacidad para transmitir el humor y la desesperación de su personaje. La química entre los tres actores es fundamental para el éxito de la película, creando un triángulo de personajes convincente y lleno de tensiones.

Si bien “20.000 leguas de viaje submarino” presenta algunas limitaciones técnicas y una estructura narrativa algo predecible para los estándares modernos, su valor radica en su capacidad para transportar al espectador a un mundo de imaginación y aventura. Es una película que, más que ofrecer respuestas, estimula la curiosidad y celebra el espíritu de la exploración científica. No es un clásico absoluto, pero sigue siendo una experiencia cinematográfica memorable y un ejemplo brillante del cine de aventuras de los años 50.

Nota: 7/10