“21 Blackjack” es una película que se aferra a su premisa, y en lo que respecta a la ejecución, con pocas excepciones, cumple con ella de manera casi impecable. No se trata de un thriller de acción descarado, sino de un estudio de personaje y de un sistema, un análisis lento y metódico de la psicología del juego y de la búsqueda del éxito a cualquier precio. El director Robert Zemeckis, conocido por su maestría en la captura de movimiento, demuestra aquí una habilidad admirable para dar vida a la mirada analítica y, a veces, perturbada, de Ben Campbell, interpretado magistralmente por Kevin Spacey. La tecnología, aunque omnipresente, nunca es el foco principal, sino una herramienta que sirve para aumentar la inmersión en este microcosmos de apuestas y estadísticas.
La película, en su núcleo, es una historia sobre la ambición desmedida y el precio de la perfección. Ben, un joven con un talento innato para las matemáticas y una profunda inseguridad, se ve arrastrado a un mundo donde el conocimiento es la única forma de ganar. La construcción del personaje de Ben es, sin duda, el corazón de la película. Spacey, con su habitual destreza, transmite la mezcla de inteligencia, vulnerabilidad y creciente obsesión que define al protagonista. Su evolución, desde el tímido estudiante hasta el calculador implacable, es convincente y se siente visceralmente. La relación entre Ben y Micky Rosa, interpretado por Eli Dankelman, es la columna vertebral de la narrativa. Este profesor excéntrico y genial, con su forma peculiar de enseñar el conteo de cartas, no es solo un mentor, sino un catalizador de la ambición descontrolada de Ben. Dankelman aporta una autenticidad que complementa a la perfección la actuación de Spacey.
El guion, co-escrito por Gregory Foran y Steven Knight, se basa en la historia real del equipo de blackjack de MIT, “The Professor Players”. Si bien la película toma ciertas libertades con los hechos, logrando un tono más dramático y cinematográfico, se mantiene fiel al espíritu de la historia original. La atención al detalle, especialmente en las escenas de juego, es impresionante. La banda sonora, con piezas de jazz y música electrónica, crea una atmósfera tensa y envolvente. La dirección de fotografía, que alterna entre la destreza de Ben con las cartas y los escenarios de Las Vegas, contribuye a generar una experiencia visualmente rica y dinámica. El ritmo es deliberadamente pausado, lo que permite al espectador absorber la complejidad del sistema de conteo de cartas y la psicología de los personajes. Aunque algunos pueden encontrarlo lento, este ritmo es esencial para comprender la importancia del análisis y la estrategia en el mundo del blackjack.
Sin embargo, la película no está exenta de fallas. La trama, en algunos momentos, pierde algo de fuerza al centrarse excesivamente en la estrategia del conteo de cartas, dejando a algunos aspectos de la vida personal de Ben un tanto desdibujados. Además, el final, aunque satisfactorio en términos de resolución de conflictos, podría haber sido más ambicioso y provocar un debate más profundo sobre las implicaciones éticas de sus acciones. No obstante, “21 Blackjack” es una película inteligente, bien actuada y visualmente atractiva que merece la pena ver a aquellos interesados en el mundo del juego, la estadística y las historias de ambición.
Nota: 7.5/10