28 Hotel Rooms (2012)

“28 Hotel Rooms” es una experiencia cinematográfica inquietante y, en última instancia, frustrante. Dirigida por Steven Soderbergh, la película se aferra a un concepto original – un encuentro fortuito en un hotel de Las Vegas que desencadena una serie de encuentros sexuales y de vulnerabilidad entre un escritor en crisis y una contable divorciada – pero, paradójicamente, pierde la fuerza de su premisa en el proceso. Soderbergh, conocido por su maestría en la experimentación formal y la exploración de la intimidad humana, parece estar tratando de emular la intensidad de un documental, pero la película carece de la autenticidad que caracterizaba obras como "Unsane" o "The Girlfriend Experience".

La dirección de Soderbergh es, sin duda, notable. Utiliza una estética documental, con tomas espontáneas y un enfoque casi minucioso en los detalles, lo que crea una atmósfera claustrofóbica y perturbadora. El uso de la cámara subjetiva, con la protagonista que a veces se encuentra dentro de la propia película, es efectivo para sumergir al espectador en su mundo interior. Sin embargo, esta estrategia, si bien técnica, se vuelve repetitiva y, en ocasiones, diluye la tensión. La película no ofrece momentos visuales que realmente cautiven o que dejen una impresión duradera. Soderbergh parece más interesado en la forma que en la sustancia.

Las actuaciones son sólidas, con John Cusack como el escritor, Elias, y Naomi Watts como la contable, Helen, ofreciendo interpretaciones convincentes. Ambos actúan con naturalidad y matices, transmitiendo la fragilidad y la desesperación de sus personajes. La química entre Cusack y Watts es palpable, lo que intensifica las escenas íntimas, aunque éstas a menudo se sienten artificiales debido al enfoque deliberadamente no convencional. La película depende mucho de la sutil comunicación no verbal, lo cual es aceptable en teoría, pero en la práctica, a veces se convierte en una tarea difícil para el espectador. El guion, en gran medida, es el punto débil de la película. Aunque la premisa es interesante, el desarrollo de la trama es lento y, a menudo, carente de propósito. Las conversaciones entre los personajes se sienten forzadas y las motivaciones de sus acciones son poco claras. El guion no explora a fondo las razones detrás de la vulnerabilidad que ambos personajes muestran, limitándose a presentarla como un hecho.

La película se aferra a la exploración de la soledad y la desesperación en la sociedad moderna, pero lo hace de una manera poco inspirada. La persistente sensación de incomodidad que se produce a lo largo de la película, aunque intencionada, termina siendo más irritante que satisfactoria. “28 Hotel Rooms” no ofrece respuestas, ni siquiera preguntas interesantes. Simplemente presenta una sucesión de encuentros fortuitos, que, en conjunto, revelan un retrato sombrío y poco profundo de la crisis existencial contemporánea. Es una experiencia que, sin duda, provocará reflexiones, pero no generará una conexión emocional significativa.

Nota: 5/10