52 vive o muere (1986)

“52 vive o muere” es un thriller psicológico que, a pesar de su premisa inicial sorprendentemente sencilla, consigue, en última instancia, ofrecer una experiencia cinematográfica tensa y perturbadora. La película, dirigida con una precisión quirúrgica por Roger Furman, se centra en las consecuencias devastadoras de la deshonestidad y el chantaje, explorando la fragilidad de las apariencias y la corrosión del poder. No es una película que te haga reír, pero sí te obliga a reflexionar sobre las grietas que se esconden bajo la fachada del éxito.

La historia, aunque ya conocida en su estructura general, se beneficia de la atmósfera opresiva que construye Furman. La ambientación, casi claustrofóbica, en los amplios y lujosos interiores de la mansión del protagonista, refleja a la perfección el aislamiento emocional en el que se encuentra. La fotografía de Michael Mislow es exquisita, utilizando sombras y contrastes para acentuar la paranoia y el suspenso. Cada plano, cada encuadre, contribuye a la sensación constante de que algo terrible está a punto de suceder. La banda sonora, igualmente discreta pero efectiva, refuerza la tensión de forma subliminal.

Las actuaciones son, en su conjunto, sólidas. John Travolta, en un papel que exige una interpretación controlada y estoica, ofrece una representación convincente de un hombre que lucha por mantener el control ante una amenaza inminente. Evita la teatralidad innecesaria y se enfoca en la expresión sutil del miedo y la desesperación. La actriz que interpreta a su esposa, Julia Feiffer, aporta una presencia imponente, transmitiendo con matices el orgullo y la ambición que la impulsan. Sin embargo, es la interpretación de Kevin Spacey, en un papel meramente secundario, la que realmente destaca. Su actuación, a pesar de las controversias personales del actor, es una pequeña joya, demostrando una habilidad para la manipulación y el seducción sutil. Este personaje, como todo en la película, se presenta como una máscara que oculta una complejidad moral innegable.

El guion, adaptado de la novela de Harlan Coben, es inteligente y lleno de giros inesperados. Se evita caer en clichés del género y se centra en la construcción del suspense a través del desarrollo de personajes y diálogos. La trama se complica progresivamente, manteniendo al espectador enganchado hasta el final. Aunque el ritmo es pausado, la película no pierde ni un segundo de tensión. La resolución, a pesar de ser predecible a nivel general, se siente orgánica y lógica, consolidando la visión global de la historia. Sin embargo, es la exploración psicológica de los personajes y las motivaciones que impulsan sus acciones lo que realmente eleva la película por encima de un mero thriller de suspense.

En definitiva, “52 vive o muere” es una película inteligente, visualmente atractiva y con actuaciones convincentes. No es una obra maestra, pero sí una experiencia cinematográfica recomendable para aquellos que buscan un thriller psicológico que desafía las expectativas y que les obligue a confrontar sus propias ideas sobre el bien y el mal.

Nota: 7.5/10