60 minutos para morir (Escape Room) (2017)

“Escape Room” (2019) es una propuesta de terror psicológico que, a pesar de no alcanzar la innovación que sugiere su premisa, logra mantener la tensión y el suspense durante la mayor parte de su duración. La película, dirigida por Adam Robitel, se basa en un concepto simple pero efectivo: un grupo de amigos se involucra en una Escape Room que rápidamente se transforma en una prueba de supervivencia brutal. La idea de que un simple juego se convierta en una trampa mortal es aterradora y, afortunadamente, Robitel sabe cómo capitalizar este miedo primario, construyendo gradualmente una atmósfera opresiva y claustrofóbica.

La película destaca especialmente en la dirección de arte y diseño de producción. La Escape Room en sí misma es un personaje en sí misma; un laberinto de habitaciones interconectadas, pasadizos ocultos y detalles inquietantes. La iluminación, el sonido y la disposición de los objetos crean una sensación constante de incomodidad y amenaza. Cada nueva habitación se presenta como un nuevo desafío, pero también como un nuevo riesgo, aumentando el nivel de ansiedad del espectador y del protagonista. La dirección artística no es solo estética, sino que sirve para reforzar la historia y el horror psicológico de la trama.

El guion, aunque en ocasiones recae en clichés del género y utiliza algunos giros argumentales predecibles, se beneficia de un ritmo cuidadosamente calibrado. La tensión se construye de manera sutil, con momentos de verdadera catarsis y otros de silenciosa desesperación. Sin embargo, la película podría haber profundizado en la psicología de los personajes, explorando mejor sus miedos, motivaciones y relaciones. Algunos de los flashbacks que sirven para introducir los secretos del pasado de los protagonistas, aunque necesarios, se sienten algo abruptos y carecen de la profundidad que hubieran enriquecido la narrativa. La resolución final, si bien satisfactoria en su ejecución, no explora lo suficiente las implicaciones del horror vivido.

Las actuaciones son sólidas en su conjunto. Amanda Seyfried, como Kristen, transmite un miedo creíble y una determinación admirable. Daniel Brühl aporta matices al personaje de Tyler, ofreciendo un equilibrio entre vulnerabilidad y frustración. La dinámica entre los personajes se siente genuina, y la tensión dramática es palpablemente real. Sin embargo, algunos de los actores secundarios, aunque cumplen su cometido, carecen del brillo necesario para dejar una impresión duradera.

En definitiva, “Escape Room” es una película de terror claustrofóbica y de suspense que, si bien no es una obra maestra del género, ofrece una experiencia entretenida y perturbadora. El diseño de la Escape Room es impecable y el ritmo, en general, funciona a favor de la tensión. Si buscas una película para ver en casa y pasar una noche de miedo, esta podría ser una buena opción. Pero no esperes una complejidad narrativa o un horror conceptual innovador.

Nota: 7/10