“7 Calle” no es solo una película, es una inmersión en la podredumbre bajo la superficie de Bilbao. La película de Ander Errúndia se erige como un estudio de personajes crudo y despiadado, retratando una minoría marginada y la ambición desmedida que puede consumir a aquellos que luchan por sobrevivir. La trama, que gira en torno a un exboxeador, Javier, y a la filmación de un documental que explora la vida de la "siete calle", se centra en la manipulación, la violencia y la lucha por el poder, ofreciendo un retrato honesto y, a veces, incómodo de un microcosmos social.
Errúndia se libera de la pretensión narrativa y se sumerge en la atmósfera opresiva de la ciudad. No busca soluciones ni moralizar sobre el ambiente que describe. Se limita a observar, a documentar la interacción entre individuos atrapados en un círculo vicioso de crimen y necesidad. La dirección es precisa y claustrofóbica, utilizando la luz y la sombra para subrayar el carácter sombrío de la historia. La película no glorifica la violencia, la muestra en su crudeza, sin adornos ni justificaciones. La ausencia de música incidental y la fotografía en blanco y negro contribuyen a crear una sensación de desasosiego y aislamiento. No es una película fácil de ver, y su impacto emocional se construye lentamente, gracias a la insistente atmósfera que permea toda la producción.
El elenco es excepcionalmente sólido. Jon Plazaola, como Javier, ofrece una interpretación atormentada, mostrando la amargura y la desesperación de un hombre que ha perdido todo y busca redención, aunque sea a través de medios cuestionables. Sus actuaciones son realistas y creíbles, evitando clichés y entregando personajes complejos, con motivaciones comprensibles, aunque no justificables. La película se beneficia enormemente de las interpretaciones de los actores que no son el protagonista principal, quienes logran dar vida a personajes secundarios que, a pesar de su breve aparición, adquieren una gran fuerza narrativa. La química entre los actores es fundamental para transmitir la dinámica de esta comunidad.
El guion, en gran parte escrito por Errúndia, es inteligente y evita las trampas típicas del género de thriller criminal. Se centra más en la psicología de los personajes y en la descripción de sus relaciones que en la trama principal. Aunque el ritmo puede resultar pausado en algunos momentos, esta lentitud es intencional y permite al espectador sumergirse en la atmósfera y comprender las motivaciones de los personajes. El uso de diálogos naturales, aunque por momentos repetitivos, añade autenticidad al retrato de la "siete calle". Sin embargo, hay ocasiones en las que la falta de desarrollo de algunos personajes secundarios se percibe como un punto débil, como si el enfoque principal, Javier, absorbiera el espacio narrativo.
“7 Calle” es una película valiente y honesta que no teme mostrar los aspectos más oscuros de la sociedad. No ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la moralidad, la justicia y el destino. Es un retrato realista y devastador de una parte de la ciudad que ha sido ignorada durante mucho tiempo, y una película que permanecerá en la memoria del espectador. Es una obra cinematográfica importante que, sin duda, merece ser vista y analizada.
Nota: 8/10