75 días (2022)

“75 Días” es una película que te incomoda mucho después de que terminen los créditos. No es una obra maestra visualmente deslumbrante, ni una historia con giros argumentales impactantes. Su verdadera fuerza reside en su atmósfera opresiva y en la capacidad de generar tensión constante a través de la meticulosa reconstrucción de un caso judicial particularmente perturbador. La película, dirigida por Salvador Martín y Javier Moro, se adentra en el corazón de una investigación policial que, en realidad, no es tan misteriosa como se pretende, pero que se presenta de una manera que evoca una sensación visceral de inquietud.

El guion, adaptado de un libro de Javier Moro, se centra en la búsqueda de la verdad tras las desapariciones de las tres adolescentes. La película se construye a partir de entrevistas, documentos judiciales, y, fundamentalmente, la perspectiva del fiscal del caso, Javier Cid, interpretado con una intensidad convincente por Eduard Fernández. Fernández nos guía a través del proceso, mostrando la frustración, el desgaste emocional y el implacable rigor con el que persigue a los sospechosos, Antonio Anglés y Miguel Ricart. Sin embargo, el ritmo es deliberadamente pausado, a veces hasta el punto de sentirse un poco monótono, lo que puede resultar tedioso para algunos espectadores. No se apresuran a revelar los detalles, priorizando la sensación de incertidumbre y la lentitud del proceso judicial.

Las actuaciones son sólidas, especialmente la de Eduard Fernández, que aporta una profundidad psicológica al personaje del fiscal, mostrando su obsesión por el caso y su creciente desilusión con el sistema judicial. Los intérpretes que interpretan a los sospechosos, Antonio Anglés (interpretado por Jordi Mollà) y Miguel Ricart (interpretado por Fernando Soto), logran transmitir la quietud amenazante que emana de sus personajes, aunque no se profundiza lo suficiente en sus motivaciones. La película se centra más en el proceso de investigación que en el retrato psicológico de los culpables, lo cual, en mi opinión, es una elección acertada dada la naturaleza del relato.

La dirección artística contribuye significativamente a la atmósfera inquietante de la película. La fotografía en tonos grises y desaturados, combinada con la música minimalista, crea un ambiente de tristeza, desesperación y desesperanza. Los planos largos y la utilización de la cámara subjetiva, especialmente durante las reconstrucciones judiciales, intensifican la sensación de estar participando en el proceso de investigación. La película no se limita a mostrar la verdad, sino que explora la fragilidad de la memoria, la subjetividad de la investigación y la dificultad de alcanzar la justicia. En definitiva, “75 Días” es una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza del delito, la falla del sistema legal y el impacto de la tragedia en las vidas de quienes la experimentan. Es una experiencia cinematográfica perturbadora, pero que, a la larga, deja una marca.

Nota: 7/10