A (1998)

“A” es una película que se instala en la mente y no se va. No es un thriller de acción pulido, ni una obra maestra de la cinematografía. Es, en esencia, una sombría exploración del ego, la traición y la fragilidad de la reputación, impulsada por una actuación convincente de Upendra y una dirección que, aunque no siempre elegante, transmite una atmósfera palpable de paranoia y desconfianza.

La película se centra en el desmoronamiento de un director de cine, cuyo ascenso a la fama se ve abruptamente truncado tras un desenlace sentimental doloroso. El proceso de reconstrucción de su carrera es lento y doloroso, y cuando se ve arrastrado por una conspiración que culmina en su caída, su venganza se convierte en la fuerza motriz. El guion, escrito principalmente por el propio Upendra, se sumerge en la psicología del protagonista, revelando sus inseguridades, sus ambiciones desmedidas y su incapacidad para perdonar. Aunque el ritmo es deliberadamente pausado, a veces hasta el punto de sentirse pesado, esto sirve para crear un aura de tensión constante, como si el espectador estuviera siendo vigilado, consciente de que nadie es completamente confiable.

La dirección de Upendra, en su incursión en el cine como director, es interesante y a veces inquietante. Evita los clichés del género, optando por un estilo más contemplativo y psicológico. Las escenas son largas, con diálogos mordaces y miradas cargadas de significado. Utiliza la luz y la sombra con maestría para reforzar la atmósfera oscura y opresiva, creando un espacio visual que refleja el estado mental turbulento del protagonista. Sin embargo, la lentitud del ritmo podría frustrar a algunos espectadores que esperen un thriller de ritmo rápido. La fotografía, generalmente sobria, está lograda y el uso de colores apagados refuerza la sensación de incomodidad y desasosiego.

Upendra, como director y actor, ofrece una interpretación profundamente comprometida. Su interpretación es sutil pero poderosa, transmitiendo la vulnerabilidad y la furia contenida del personaje. No recurre a la sobreactuación, sino que se centra en expresar la complejidad emocional del protagonista, en sus intentos de recuperar el control de su vida. El reparto secundario es competente, aunque algunos personajes carecen de desarrollo, funcionando principalmente como piezas de la intriga que se va desvelando progresivamente. La banda sonora, discreta, complementa a la perfección la atmósfera de la película, enfatizando los momentos de tensión y la oscuridad de la trama.

En definitiva, “A” no es una película fácil de ver, ni mucho menos un espectáculo visual. Es un thriller psicológico que requiere paciencia y disposición para sumergirse en la mente atormentada de su protagonista. Es una obra que cuestiona la naturaleza de la fama, la importancia de la reputación y las consecuencias devastadoras de la traición. Es una película que, sin duda, deja una huella, obligando al espectador a reflexionar sobre la búsqueda implacable de la justicia y la fragilidad de la moral.

Nota: 7/10