A Casa de Alice (2007)

“A Casa de Alice” no es un drama explosivo, ni una revelación impactante al estilo de “Parasita”. Es, en cambio, una película lenta, casi meditativa, que se aferra a la aparente normalidad de la vida de Alice, interpretada con una sutileza admirable por Carla Ribas. La película, dirigida por Marcelo Carelli, se alimenta de la inquietud silenciosa, de las miradas que se cruzan y de los pequeños gestos que revelan la fragilidad de las relaciones familiares. Ribas ofrece una actuación magnífica, construyendo un personaje complejo, atrapado en una rutina que le roba la libertad y la individualidad. Su Alice es una mujer de treinta y tantos, cansada, observadora y, en ocasiones, profundamente melancólica. No es una heroína en el sentido tradicional, sino una víctima de las expectativas y las dinámicas familiares que la encierran.

La película se centra en el proceso gradual de desintegración de una fachada de normalidad. La vida doméstica de Alice, con su trabajo en el salón de belleza, la responsabilidad de sus hijos y la presencia constante de su madre, se presenta inicialmente como un mosaico de pequeñas vidas entrelazadas. Sin embargo, la película desmantela lentamente este mosaico, revelando las tensiones latentes, los secretos guardados y las mentiras que alimentan la convivencia. La dirección de Marcelo Carelli es precisa en la construcción de la atmósfera, empleando tomas largas y planos secuencia que nos permiten sumergirnos en la vida cotidiana de los personajes. La fotografía, en tonos apagados, contribuye a la sensación de opresión y a la inquietud constante.

La película no se limita a presentar conflictos externos; explora las complejidades internas de los personajes. Berta Zemel, como la madre de Alice, ofrece una interpretación desgarradora de una mujer sumisa y, quizás, resentida. Vinicius Zinn y Zé Carlos Machado también cumplen con creces en sus respectivos roles, aportando matices a las dinámicas familiares. La química entre los actores es palpable, y contribuye a la credibilidad de las relaciones que se desarrollan en pantalla. El guion, escrito por Carla Ribas y Marcelo Carelli, es inteligente en su desarrollo, evitando melodramas fáciles y optando por una narración realista y, en ocasiones, perturbadora. La trama, aunque relativamente sencilla en su concepción, está llena de detalles que enriquecen la historia y la hacen más convincente.

Sin embargo, “A Casa de Alice” no está exenta de ciertas debilidades. El ritmo lento, aunque efectivo para crear la atmósfera deseada, puede resultar tedioso para algunos espectadores. Algunas de las subtramas, aunque bien construidas, podrían haberse desarrollado con mayor profundidad. No obstante, la película consigue transmitir un mensaje poderoso sobre la importancia de la honestidad, la lealtad y el respeto, y sobre la necesidad de romper con las cadenas de las convenciones sociales. Es una película que te hace reflexionar sobre la verdadera naturaleza de las relaciones familiares y sobre el precio que pagamos por mantener las apariencias.

Nota: 7/10