“¡A Ganar!” es un melodrama deportivo que, en su esencia, trata sobre el duelo y la reconstrucción tras una pérdida devastadora. La película, basada en la historia real del equipo de voleibol femenino de West High School, no se presenta como una crónica deportiva pulida y llena de acción acrobática, sino como un estudio de personajes profundamente humano, donde la pérdida y la necesidad de seguir adelante se entrelazan con la pasión por el voleibol. La película, en gran medida, depende de la dirección cuidadosa de Thomas Winter y de la notable interpretación de Helen Hunt, quien encarna con sutileza y fuerza a la entrenadora Leigh Richards.
Hunt ofrece una actuación memorable. No se limita a ser la "dura entrenadora" cliché, sino que explora las capas de dolor y vulnerabilidad que acechan bajo su exterior. Su interpretación se basa en la lucidez y la comprensión de la profunda necesidad de las jóvenes jugadoras, no solo de ganar, sino de honrar la memoria de Line Found, la estrella caída y amiga. Su presencia en la pantalla es, en gran medida, la columna vertebral emocional de la película, y su relación con el equipo, lejos de ser autoritaria, se establece como un vínculo de respeto mutuo y apoyo incondicional.
El guion, a pesar de sus momentos de cierta previsibilidad, logra evocar un sentido de autenticidad. La película se centra más en el proceso de superación personal que en el triunfo deportivo, aunque el campeonato estatal, aunque simbólico, actúa como catalizador para ese proceso. La química entre las jóvenes protagonistas – Jenna Ortega, Kenzie Ziegler, y el resto del equipo – es palpable y contribuye significativamente al impacto emocional de la película. Se presta atención a los detalles cotidianos de la vida del equipo, los entrenamientos, los conflictos internos, y la frustración, lo que humaniza la historia y la hace más cercana al espectador.
Si bien la película puede resultar un tanto lenta en algunas secciones, su mayor virtud reside en su capacidad para transmitir la complejidad de las emociones humanas tras una tragedia. No se trata de una película llena de espectáculos visuales, sino de un relato que invita a la reflexión sobre el duelo, la amistad, el sacrificio y la fuerza interior. La película evita caer en clichés sentimentales, optando por un enfoque realista y conmovedor. Aunque el dramatismo puede ser excesivo en ciertos momentos, la honestidad con la que se abordan las emociones hace que la historia sea, en última instancia, impactante. Se echa de menos un poco más de desarrollo de algunos personajes secundarios, pero la fuerza del núcleo central es suficiente para mantener el interés del espectador.
Nota:** 7/10