A la mañana siguiente (1986)

“A la mañana siguiente” (Sometimes in Winter) es una película que, sin duda, se queda grabada en la memoria por su atmósfera opresiva y su exploración de las profundidades del trauma y el olvido. La película, dirigida por Robert Eggers, tras el éxito de “El Faro”, no rehuye la meticulosa recreación de ambientes y la sensibilidad con la que aborda la psicología humana, y se presenta como una narrativa inquietante que se disuelve lentamente en la neblina del recuerdo y la memoria fragmentada. La película no busca el impacto inmediato; es una experiencia casi hipnótica que exige una atención plena del espectador.

El guion, adaptado de la novela de Joyce Carol Oates, está magistralmente escrito. La historia, narrada casi exclusivamente a través de los recuerdos erráticos de la protagonista, Elizabeth, personificada por la magnífica Ana de Armas, se construye con una lentitud deliberada que contribuye a la sensación de irrealidad y desorientación. No hay explicaciones fáciles ni resoluciones rápidas. En su lugar, la película nos sumerge en la mente atormentada de Elizabeth, un laberinto de visiones, sueños y pequeños detalles que, juntos, revelan una noche de horror y pérdida. El guion juega con la ambigüedad constantemente, dejando al espectador con preguntas persistentes sobre la naturaleza de los eventos y la verdad detrás de la memoria de Elizabeth. Se evita caer en clichés del género de terror psicológico, privilegiando una exploración más profunda de las consecuencias emocionales del trauma.

La dirección de Eggers es, sin duda, el pilar fundamental de la película. Su meticulosa atención al detalle, visible en la vestimenta, la decoración y la iluminación, es impecable. La casa, un cabaña aislada en el bosque, se convierte en un personaje más, una entidad claustrofóbica y cargada de historia. El uso de la luz, especialmente la niebla perpetua, crea una atmósfera de constante incomodidad y desconfianza. La fotografía, a cargo de Larkin McLeod, es espectacular, utilizando colores apagados y contrastes suaves para realzar la sensación de soledad y desorientación. La banda sonora, minimalista pero efectiva, intensifica la tensión y la sensación de premonición.

Ana de Armas ofrece una actuación absolutamente sobresaliente. Su interpretación de Elizabeth es sutil, cargada de vulnerabilidad y confusión. La actriz transmite a la perfección la desesperación y la incertidumbre de una mujer que lucha por aferrarse a la cordura. El resto del reparto, led por Brady Corcoran como Thomas, el joven que comparte la cabaña con Elizabeth, también cumple con creces, aportando la necesaria dosis de inquietud y misterio. Las interpretaciones son naturalistas y auténticas, contribuyendo a la credibilidad de la narrativa.

En definitiva, “A la mañana siguiente” es una película provocadora y desconcertante, que explora las consecuencias del trauma y el poder del olvido. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que aprecien el cine que desafía y incomoda, es una experiencia cinematográfica inolvidable. Es un estudio psicológico preciso y perturbador, condimentado con una dirección impecable y una actuación destacada de Ana de Armas.

Nota: 8/10