A Mouthful of Air (2021)

“A Mouthful of Air” (Un bocado de aire) es una película que se arrastra, deliberadamente, hasta su corazón. No es una experiencia cinematográfica fácil, ni rápida de digerir, sino un viaje introspectivo, a veces incómodo, hacia la psique rota de una mujer. La película, dirigida por Tracey Edwards, no busca la grandilocuencia o los espectáculos visuales, sino que se concentra en el universo interior de Julie (Sandra Bullock, en una actuación absolutamente conmovedora), una escritora de libros para niños que se encuentra sumida en un profundo estado de depresión posparto.

La premisa, que la lleva a construir un mundo de colores y fantasía en su casa para escapar de la realidad, es la base de una narrativa que evoluciona de forma magistral. Edwards utiliza la construcción de este mundo de colores como una metáfora poderosa, una especie de refugio imaginario donde Julie intenta mantener una apariencia de normalidad y control. La dirección es notablemente sutil, evitando el melodrama y, en su lugar, optando por un enfoque observacional. La cámara se mantiene a menudo en primer plano, capturando la vulnerabilidad y la confusión de Julie, reforzando la sensación de que estamos entrando en su mente. La iluminación, con sus colores vibrantes y sus sombras, es un elemento clave para crear la atmósfera onírica del mundo que construye.

Sandra Bullock ofrece una actuación que redefine su carrera. Su interpretación es excepcionalmente matizada y honesta. No hay concesiones a la carismática estrella que conocemos, sino una representación cruda y desesperada de una mujer luchando contra una enfermedad que la consume por dentro. Su mirada transmite tanto el dolor que siente como la determinación, a veces frustrada, de proteger a su hijo, quien es, precisamente, el único elemento de la vida real que realmente le importa. El personaje secundario interpretado por Helena Bonham Carter aporta un contraste interesante, representando la figura del terapeuta que intenta, con paciencia y sensibilidad, ayudar a Julie a enfrentar su dolor. El guion, co-escrito por Tracey Edwards y Sarah Peveler, evita los clichés del género de drama psicológico. La historia se desarrolla con lentitud, permitiendo que el espectador se sumerja en la complejidad emocional de Julie y de su relación con su hijo.

Si bien el ritmo pausado puede resultar un obstáculo para algunos espectadores, la película se sostiene gracias a la fuerza de sus personajes y a su honestidad brutal. “A Mouthful of Air” es una meditación sobre el duelo, la maternidad, la salud mental y la búsqueda de sentido. No es una película que ofrezca respuestas fáciles, sino que plantea preguntas difíciles y nos invita a reflexionar sobre las heridas emocionales que llevamos dentro. Es una película que, una vez terminada, permanece en la memoria, generando un eco persistente. Una experiencia cinematográfica que exige atención y, a cambio, recompensa al espectador con una reflexión profunda sobre la condición humana.

Nota: 8/10