A propósito de Schmidt (2002)

“A propósito de Schmidt” es una película que, paradójicamente, se construye sobre la fragilidad y el dolor, transformándolos en un vehículo para una comedia existencial sorprendentemente efectiva. La dirección de Hannes Lakhuis logra un equilibrio delicado entre el humor negro y la vulnerabilidad emocional, evitando caer en la patetía o en una ridiculez gratuita. Observamos cómo el personaje de Schmidt, interpretado magistralmente por Rolf Möller, se desmorona ante la inesperada pérdida de su esposa y, sobre todo, ante el descubrimiento de un pasado que lo confronta de manera brutal. Lakhuis no rehúye del melodrama inicial, pero la película evoluciona rápidamente hacia una exploración de la insignificancia existencial y la búsqueda de sentido, aunada a una divertida desorientación.

Möller ofrece una interpretación absolutamente creíble. Su Schmidt es un hombre normal, un ejecutivo de seguros de mediana edad, con una vida aparentemente convencional y, en realidad, vacía. El peso de la decepción y la amargura se refleja en cada uno de sus gestos, en su mirada, en su voz. Pero no se limita a interpretar el dolor; transmite una sensación de profunda confusión y desasosiego ante las propias acciones y elecciones de su vida. El resto del reparto contribuye a la atmósfera de incertidumbre y humor sutil. Las interacciones de Schmidt con figuras aleatorias que encuentra en su viaje a Denver son particularmente memorables, mostrando un actor capaz de generar momentos de hilaridad sin ser explotador.

El guion, coescrito por Lakhuis y Andreas Ersat, es donde la película realmente brilla. La trama, aparentemente simple, está salpicada de situaciones absurdas y diálogos ingeniosos que sirven para subrayar la condición humana y la dificultad para conectar con los demás. La introducción de la carta de Ngudu Ubu, un niño que parece haber sabido todo el tiempo, es una guinda cósmica que desafía la lógica de la historia y obliga al espectador a reflexionar sobre la inevitabilidad del destino y la locura del presente. La película se burla de las expectativas sociales, de la búsqueda de la felicidad material y de las ilusiones que construimos alrededor de nuestras vidas. La trama, en su sencillez, plantea preguntas profundas sobre el arrepentimiento, la amistad y la naturaleza del tiempo. La película juega con la sorpresa y el subtexto, ofreciendo una experiencia cinematográfica rica y compleja que va más allá de la comedia ligera.

A pesar de su tono a veces sombrío, "A propósito de Schmidt" nunca pierde su capacidad para conmover. No es una comedia que busca la risa fácil, sino que invita a la reflexión y a la empatía. La película culmina en una escena final que es, a la vez, conmovedora y profundamente filosófica, dejando al espectador con una sensación agridulce y la certeza de que la vida, en última instancia, es una serie de accidentes y circunstancias que nos llevan por caminos inesperados. Es una obra que, aunque no siempre es fácil de ver, recompensa la inversión de tiempo y esfuerzo.

Nota: 8/10