Abbott y Costello contra los fantasmas (1948)

“Abbott y Costello contra los fantasmas” (1945) no es una obra maestra del cine de terror, ni mucho menos. Sin embargo, a pesar de sus evidentes limitaciones, se erige como una joya inesperada, un ejemplo perfecto de cómo el humor slapstick puede coexistir – y a veces, incluso complementarse – con elementos de genuino terror. La película, dirigida por Bruce Manning, nos transporta al Museo del Terror de Londres, un lugar que pronto se convierte en el escenario de una serie de eventos paranormales y, para Abbott y Costello, una oportunidad de fama y fortuna. La premisa, aunque predecible, sirve como un excelente trampolín para las habituales payasadas cómicas de los dos personajes.

El peso de la película reside, sin duda, en la presencia de Bela Lugosi. Aunque la actuación de Lugosi, en los primeros días de su declive en la salud, es a veces fragmentada y poco convencional, posee una presencia imponente y un aura de misterio que, paradójicamente, contribuye a la atmósfera de inquietud. No se trata de que sea un actor que domine el terror con diálogos o movimientos exagerados, sino más bien con su simple mirada penetrante y su habitual lentitud, que invitan a la suspensión del incredulismo. Glenn Strange, que sustituyó a Lugosi durante la filmación debido a sus problemas de salud, ofrece un contraste notable, pero logra mantener la seriedad necesaria para el papel que desempeña.

La dirección de Manning se centra en la construcción de la atmósfera, priorizando los efectos visuales y la iluminación sombría para generar tensión. Utiliza juegos de sombras y ángulos de cámara inesperados para crear momentos de genuina incomodidad. Sin embargo, la película depende en gran medida del humor de Abbott y Costello, cuya química es, a pesar de los años, innegable. La película está llena de situaciones físicas exageradas y bromas visuales que, si bien pueden resultar repetitivas, son cruciales para el éxito de la obra. El guion, aunque sencillo y con un ritmo desigual, se beneficia de su capacidad para introducir elementos de lo sobrenatural con un toque ligero y desenfadado. No se pretende asustar al espectador, sino más bien hacerlo reír, incluso mientras siente una ligera punzada de inquietud.

La película, a pesar de sus defectos, es un testimonio de la popularidad del género de terror en la posguerra, y de la habilidad de Abbott y Costello para conectar con el público. Es una producción de bajo presupuesto que, a través de la astucia, se convierte en una experiencia entretenida y, en algunos momentos, sorprendentemente efectiva. La nostalgia por esta época dorada del cine cómico y de terror contribuye a su encanto particular, haciendo de "Abbott y Costello contra los fantasmas" un clásico de culto, un ejemplo perfecto de cómo la comedia y el horror pueden encontrarse en un punto de equilibrio sorprendente.

Nota: 6.5/10