Abbott y Costello van a Marte (1953)

“Abbott y Costello van a Marte” es una joya de la comedia clásica, una película que, a pesar de sus premisas absolutamente absurdas, se sostiene gracias a la química innegable entre Bud Abbott y Lou Costello, y a una dirección que aprovecha al máximo su peculiaridad. El largometraje, estrenado en 1953, no pretende ser una narrativa compleja ni una exploración de temas profundos; es, sencillamente, una máquina de hilaridad diseñada para provocar risas, y en ese cometido, cumple con creces. La película, con su argumento que lleva a los dos cómicos a una sucesión de situaciones rocambolescas en planetas alienígenas, parece sacada de una novela de ciencia ficción pulp, y es precisamente esa exageración la que contribuye a su encanto.

La dirección de David Zucker, aunque carente de pretensiones, es fundamental para el éxito de la película. No intenta imponer un estilo visual o narrativo, sino que se limita a filmar lo que ocurre, confiando en la improvisación de Abbott y Costello. Observar cómo estos dos titanes del humor se complementan, uno con su expresión facial y el otro con sus gestos, es un verdadero placer. Las escenas en Nueva Orleans durante el Mardi Gras, por ejemplo, están magníficamente coreografiadas y capturan la vibrante energía de la festividad, lo que contrasta maravillosamente con la locura de lo que está por venir. El uso del color, aunque no es particularmente innovador, ayuda a diferenciar los diferentes escenarios y a resaltar la surrealista atmósfera de la película.

El corazón de la película reside, inevitablemente, en las actuaciones de Abbott y Costello. Su dinámica es magistral, una simbiósis perfecta donde la expresividad de Abbott (en su mayoría silenciosa) y el lenguaje corporal de Costello crean una sinfonía de comedia. Costello, en particular, se encuentra en su mejor momento, utilizando su “lost puppy” – su expresión de confusión y desesperación – con una eficacia deslumbrante. Si bien la película se basa en el gag y la improvisación, los actores son capaces de transmitir una gran cantidad de emociones y de crear personajes memorables, incluso si estos son planos y estereotipados. Mugsy y Harry, los villanos, son caricaturas cómicas, pero cumplen su función de proporcionar obstáculos a superar y de aumentar la tensión humorística.

Sin embargo, es importante señalar que “Abbott y Costello van a Marte” no está exenta de fallos. El guion, aunque divertido, carece de profundidad y a veces se basa en gags repetitivos. Algunas de las situaciones son un poco exageradas y se sienten forzadas. No obstante, estos pequeños defectos no empañan la experiencia general. La película es un clásico de la comedia slapstick, que ha resistido el paso del tiempo gracias a su originalidad, su humor inteligente y la brillantez de sus dos protagonistas. Es una película que te invita a la risa y que, con la única condición de no tomarla demasiado en serio, te ofrece una dosis de diversión absolutamente inigualable.

Nota: 8/10