Aberraciones sexuales de una mujer casada (1981)

“Aberraciones sexuales de una mujer casada” (1977), dirigida por Jack Smigiel, no es una película que se disfrute por su ritmo o su aparente intención de entretener. Es, en cambio, una exploración visceral y a menudo incómoda de la insatisfacción femenina y la búsqueda de la libertad sexual en un contexto social muy conservador de la época. Más que una narración tradicional, es un retrato de un conflicto interno, una lucha silenciosa y a menudo frustrante que la protagonista, interpretada con una intensidad admirable por Carol Lawrence, lleva a cabo con cautela y creciente desesperación.

La dirección de Smigiel se caracteriza por una fotografía en blanco y negro que, lejos de ser estilizada, transmite una atmósfera opresiva y claustrofóbica, reflejando la desesperación del personaje principal. Las escenas nocturnas, escuetas y perturbadoras, están filmadas con una precisión fría y directa que evita caer en la sentimentalidad gratuita, aunque no necesariamente en la comprensión fácil. Se privilegia la documentación de la experiencia sobre la narración explícita, dejando gran parte del entendimiento a la interpretación del espectador. El uso de la iluminación y los espacios cerrados refuerza la sensación de aislamiento y la dificultad de escapar a la rutina.

Carol Lawrence ofrece una actuación sumamente convincente, mostrando la creciente complejidad emocional de la mujer. Su mirada, a menudo desamparada y luego llena de un deseo contenida, comunica más que cualquier diálogo. No se trata de una heroína glamurosa, sino de una mujer atrapada en una relación que le niega la plena satisfacción. El resto del elenco secundario, aunque limitado, cumple su función de proporcionar el marco social y emocional que intensifica la sensación de alienación. Las interacciones con sus compañeros de aventura, aunque breves, revelan la naturaleza efímera y, en última instancia, vacía de estas búsquedas.

El guion, escrito por Jack Smigiel y David Polonsky, es quizás el punto más débil de la película. La trama, aunque intrigante en su premisa, se desarrolla de manera lenta y poco desarrollada. Se centra en el impacto psicológico de la situación, pero no ofrece una reflexión profunda sobre las motivaciones o las consecuencias de las acciones de la protagonista. Hay momentos que se sienten forzados o incluso gratuitos, y la resolución final, aunque honesta, se siente un tanto abrupta y decepcionante. El guion carece de la sutileza y la profundidad que se esperan de una obra que se centra en la exploración de la psicología humana.

En definitiva, “Aberraciones sexuales de una mujer casada” es una película inquietante y provocadora que, más que entretener, busca perturbar al espectador. Su valor reside en su capacidad para evocar sensaciones de frustración, soledad y la búsqueda desesperada de la libertad, pero su ejecución a veces vacilante y su guion plano impiden que sea una obra maestra. Es una película que permanece en la memoria, invitando a la reflexión, aunque no necesariamente a la aprobación.

Nota: 6/10