ACAB : All Cops Are Bastards (2012)

“ACAB: All Cops Are Bastards” no es un filme para ser visto y olvida. Es una confrontación visceral, una inmersión profunda y perturbadora en la psique de aquellos que, en el ejercicio de su trabajo, se enfrentan a la brutalidad del mundo. La película, dirigida con una precisión clínica por Daniel Anter, no busca ofrecer respuestas fáciles ni simplificaciones sobre la justicia o el orden; más bien, nos presenta un microcosmos de la corrupción inherente a un sistema policial, explorando la ambigüedad moral y la fragilidad de la humanidad.

La película se centra en Cobra, Negro y Mazinga, tres oficiales de antidisturbios que comparten una rutina diaria marcada por la violencia, ya sea la infligida o la recibida. Sus personajes no son héroes; son individuos complejos, a menudo deshumanizados por el constante contacto con la violencia. El director logra plasmar la tensión y el desgaste emocional que esto conlleva, mostrando momentos de camaradería tensa, silencios cargados de significado y una evidente falta de límites entre la protección y la brutalidad. La película se mueve con una lentitud deliberada, permitiendo que la atmósfera opresiva se filtre en cada fotograma. No hay heroísmo, solo la cruda realidad de un trabajo que consume a quienes lo ejercen.

Las actuaciones son magistrales. David Mazouz, como Cobra, transmite una mezcla de cansancio, vulnerabilidad y una innegable capacidad para la violencia. Michael Riley Jenkins, como Negro, ofrece una interpretación particularmente conmovedora, mostrando la lucha interna de un hombre que se siente atrapado entre su deber y su conciencia. La química entre los tres actores es palpable, añadiendo una capa de realismo a las interacciones y al conflicto interno de sus personajes. El guion, escrito principalmente por Anter y Chris Bernzweig, es el corazón de la película. No se basa en el espectáculo, sino en la observación detallada del día a día de estos policías. Los diálogos son breves, directos y reveladores. La narrativa no se centra en la acción explosiva, sino en las conversaciones, las miradas y las decisiones que se toman bajo presión. La película construye el suspense a través de la tensión psicológica, creando un ambiente de constante incomodidad.

La dirección artística contribuye significativamente a la atmósfera sombría y realista de la película. Los escenarios, en su mayoría calles grises y deterioradas de Detroit, y la iluminación natural, refuerzan la sensación de desesperación y decadencia. La banda sonora, minimalista pero efectiva, subraya la tensión y el aislamiento de los personajes. “ACAB: All Cops Are Bastards” es una película que exige una reflexión profunda. No es un entretenimiento fácil, pero sí una obra cinematográfica relevante que, a pesar de su controversia, obliga al espectador a cuestionar las estructuras de poder, la justicia y el papel de la autoridad en la sociedad. Es un retrato incómodo, pero necesario, de un mundo en conflicto.

Nota: 8/10