“Actos de venganza” es, sin duda, una experiencia cinematográfica visceral y perturbadora. Más que un thriller puro, la película se erige como un estudio en profundidad sobre la naturaleza del dolor, la obsesión y la pérdida, elementos que se entrelazan con una narrativa criminal densa y un protagonista cuya transformación es tanto física como moral. La dirección de Rodrigo Prieto se distingue por una elección deliberada de la oscuridad, tanto visual como emocional. La fotografía de Guillermo Navio, con sus tonos grises y azules apagados, crea una atmósfera opresiva que impregna cada escena, intensificando el sentimiento de aislamiento y desesperación que experimenta el protagonista, Ethan Hawke, que ofrece una actuación increíblemente contenida y poderosa. Hawke no recurre a la grandilocuencia dramática; en su lugar, explora los rincones más oscuros de la mente de un hombre roto, comunicando todo el espectro de sus emociones con una mirada, un gesto, una microexpresión. Esta sutileza es fundamental para que la película impacte realmente.
El guion, basado en la novela homónima de Juan Gómez-Jurado, se resiste a simplismos y a las soluciones fáciles. No hay heroísmo, ni justificación para la violencia. La venganza de Ethan Hawke no es un acto noble, sino el resultado de una agonía incesante, un reflejo de la desesperación que lo consume. El ritmo de la película es deliberadamente pausado, permitiendo que el espectador se sumerja en la mente del protagonista, en sus recuerdos, en sus obsesiones. Las escenas de investigación, aunque breves, son efectivas, mostrando la meticulosidad y la determinación de Ethan Hawke, pero también la creciente paranoia y la pérdida de control. El guion introduce, a través de flashbacks, elementos que van desvelando la historia que lleva a la tragedia, pero lo hace con una cadencia que se complementa a la perfección con la tensión narrativa central. La ambigüedad, ya sea en lo que respecta al método de venganza o a la veracidad de algunos recuerdos, es una de las claves para que la película mantenga el interés del espectador.
La película, sin embargo, no está exenta de defectos. A pesar de la poderosa interpretación de Hawke, algunos diálogos son un tanto forzados, y la conclusión, aunque impactante, podría haber sido más sutil. La película no ofrece respuestas fáciles; deja al espectador con más preguntas que certezas. Esta es, precisamente, una de sus mayores virtudes. La banda sonora, minimalista y evocadora, complementa de manera excelente la atmósfera de suspense. No es un thriller convencional, y aunque su lentitud puede no ser del agrado de todos, “Actos de venganza” es una experiencia cinematográfica que te perseguirá mucho después de que los créditos finales hayan rodado. Es una película sobre la venganza, sí, pero también sobre la fragilidad de la mente humana y las consecuencias devastadoras del trauma. Es una película que te confronta con la oscuridad que reside en nosotros mismos y con las terribles decisiones que podemos tomar cuando estamos a punto de romperse.
Nota: 7.5/10