Adam (2009)

“Adam”, la nueva comedia romántica de Emerald Fennell, es una película que, en el fondo, se atreve a ser algo más que un simple romance. Aunque la premisa inicial puede resultar un tanto artificiosa, la película logra, gracias a una dirección audaz y actuaciones sólidas, construir una historia sobre la vulnerabilidad, el miedo a la intimidad y la búsqueda de conexión en un mundo que nos exige constantemente mostrar una fachada. La película no se limita a presentar la peculiaridad de su protagonista, Adam (Hugh Dancy), sino que la explora a fondo, desgranando las capas de protección que ha construido a lo largo de su vida.

Hugh Dancy ofrece una actuación magistral. Su interpretación de Adam es sutil y brillante; logrando transmitir la torpeza, el miedo y, en última instancia, la anhelo de conexión que se esconde detrás de su peculiar comportamiento. Dancy no recurre a la comedia física o al estereotipo del hombre tímido; en cambio, su Adam es un personaje complejo y profundamente humano. La película se basa en gran medida en la química entre Dancy y Rose Byrne, y la relación entre ambos es el corazón palpitante de la narrativa. Byrne aporta una vitalidad y una apertura que contrastan de manera efectiva con la actitud reservada de Adam, creando un diálogo visual y emocional muy rico.

Emerald Fennell demuestra su versatilidad como directora. No es un director que se deje llevar por fórmulas fáciles. "Adam" se aleja de la comedia tradicional, incorporando elementos de thriller psicológico y drama romántico con una sensibilidad particular. La dirección de Fennell es deliberadamente inquietante a veces, con planos y movimientos de cámara que reflejan la incertidumbre y la incomodidad que siente el espectador, y que Adam mismo experimenta. La película se beneficia de una banda sonora evocadora y atmosférica que complementa perfectamente el tono general. Sin embargo, la película no está exenta de defectos. Algunos giros argumentales, aunque efectivos para generar tensión, se sienten un poco forzados y podrían haber sido manejados con mayor sutileza. La resolución final, aunque satisfactoria, podría haber sido más ambigua, dejando al espectador con más preguntas que respuestas.

En definitiva, “Adam” es una experiencia cinematográfica interesante y provocadora que desafía las convenciones románticas. No es una película fácil de ver; exige una cierta apertura y disposición a dejarse llevar por su atmósfera particular. Pero si se permite que la película fluya a su propio ritmo, puede resultar una historia conmovedora y reflexiva sobre el amor, el miedo y la búsqueda de la identidad. Es una película que te quedará en la cabeza mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 7/10