Adiós pequeña, adiós (2007)

“Adiós pequeña, adiós” es una película que se adhiere a la textura de Boston, no sólo en su localización, sino en su atmósfera de desgarro, desesperación y secretos ocultos bajo la superficie pulida de una ciudad que se precie de ser progresista. El director Dennis Lehane, conocido por su obra en la pantalla grande y su incursión en el género literario, consigue, como en “Mystic River”, construir una narrativa pesada y claustrofóbica que, aunque no es fácil de digerir, se mantiene firmemente en la mente del espectador mucho tiempo después de que los créditos finales hayan corrido.

La película no se centra en la acción trepidante que a veces se espera de las películas de detectives. En su lugar, se adentra en la psicología de sus personajes, exponiendo sus vulnerabilidades y su pasado. Patrick Kenzie, interpretado con una sutil intensidad por Ben Foster, es un hombre roto, atormentado por un fracaso personal y la búsqueda de redención a través de la resolución de casos. Su conflicto interno se entrelaza a la perfección con el caso de la niña, creando una dinámica tensa y, a menudo, inquietante. Angela Gennaro, interpretada por Michelle Williams, aporta una fuerza y una empatía en contraste. Su relación con Kenzie se desarrolla de forma orgánica y creíble, evolucionando a lo largo de la trama a medida que ambos se enfrentan a la realidad brutal del caso.

El guion, adaptado de la novela de Dennis Lehane, es una joya. La historia se cuenta con una lentitud deliberada, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente. La ambientación es impecable. Lehane utiliza los barrios más pobres de Boston como un personaje en sí mismo, reflejando la desesperación de los personajes y la fragilidad de sus vidas. La fotografía, con una paleta de colores apagados y escenas nocturnas que resaltan la oscuridad, contribuye enormemente a la atmósfera opresiva. Hay un cuidado especial en el detalle, desde los objetos cotidianos hasta las conversaciones entre los personajes, todos ellos contribuyen a crear una sensación de autenticidad que impregna la película.

Sin embargo, la película no está exenta de algunas imperfecciones. En ciertos momentos, la lentitud puede volverse un tanto cansina y la complejidad de los personajes y las relaciones puede resultar a veces confusa. A pesar de esto, la película logra mantener el interés del espectador gracias a su narrativa introspectiva y su exploración de temas como la paternidad, la adicción y la pérdida. Es una película que invita a la reflexión y que obliga a examinar las consecuencias de las decisiones que tomamos y el impacto que tienen en los demás. La banda sonora, sombría y melancólica, refuerza la sensación de angustia que se palpa en cada escena. Es una película que se siente real y visceral, una mirada cruda y honesta a la miseria y la desesperación.

Nota: 7.5/10