Admiradora secreta (1985)

“Admiradora Secreta” es un melodrama adolescente que, a pesar de su predecible trama, se sostiene por la inocencia de sus personajes y la capacidad del director para generar momentos de tensión y genuina confusión. La película, un clásico de los ochenta que resurge con un nuevo atractivo nostálgico, no es una obra maestra del séptimo arte, pero ofrece un entretenimiento ligero y agradable para una noche de cine.

La dirección de Stephen Tolkin es discreta pero efectiva. No se trata de un cine visualmente innovador, y las escenas son en su mayoría sencillas, pero logra crear un ambiente de suspense que se intensifica a medida que la trama avanza. El ritmo es pausado, lo cual, aunque puede resultar lento para algunos espectadores modernos acostumbrados a una narrativa más vertiginosa, permite profundizar en las emociones de los personajes y construir una atmósfera de incertidumbre. La banda sonora, con temas pop ochenteros que evocan la época, es otro de sus puntos fuertes, contribuyendo considerablemente a la inmersión en la ambientación.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Thomas Howell, en el papel de Max, transmite la vulnerabilidad y la confusión de un chico adolescente que se debate entre sus sentimientos y la posibilidad de un amor no correspondido. Kelly Preston, como la misteriosa admiradora, aporta un encanto natural a su papel, aunque la sutileza de su interpretación a veces se ve eclipsada por el guion. Sin embargo, los personajes secundarios, como el padre de Max, interpretado por Bill Paxton, o la novia de Max, se sienten algo unidimensionales, relegados a funciones meramente expositivas. A pesar de ello, Paxton logra imprimirle matices al papel, demostrando su habitual versatilidad.

El guion, sin duda, es el punto más débil de la película. La trama, aunque mantiene la atención durante el primer tiempo, se vuelve repetitiva y predecible a medida que más y más personajes comienzan a recibir las cartas anónimas. La resolución, aunque satisfactoria para algunos, resulta un tanto abrupta y poco elaborada. Además, la historia, aunque está ambientada en un contexto de instituto adolescente, carece de originalidad y recurre a clichés de género. Se siente como una versión más elaborada y adornada de historias similares que se han contado innumerables veces en la pantalla grande y pequeña. Aun así, la exploración del tema del amor no correspondido y la presión social en la adolescencia puede resultar relevante para el público más joven.

En definitiva, “Admiradora Secreta” es un entretenimiento ligero y agradable, una película que, más que ofrecer una experiencia cinematográfica trascendental, cumple su función de ofrecer un escape entretenido y nostálgico. Si buscas una película para ver con la familia en una noche de cine, sin pretensiones y con un toque de romanticismo ochentero, puede ser una opción decente, aunque no esperes una obra maestra.

Nota: 6/10