“Adolescencia” no es una película que te seduce inmediatamente; se trata de una experiencia cinematográfica que se construye lentamente, como una epifanía en la que la frustración y la incomunicación se materializan en la pantalla. La dirección de Miguel Ángel Oliviera es notablemente contenida, evitando melodramas baratos y centrando su atención en la desazón que subyace en las interacciones familiares y juveniles. No hay explosiones emocionales, ni diálogos grandilocuentes; la tensión se crea a través de miradas, gestos silenciosos y el palpable vacío entre las palabras. Este enfoque, aunque a veces puede sentirse pausado incluso lento, es fundamental para transmitir la autenticidad del drama que se despliega.
La película se centra en la relación de Laura y Jorge, dos adolescentes que se encuentran en un punto de inflexión. Ambos se ven atrapados en la promesa y la decepción de un amor adolescente, un amor que, como suele ocurrir, desafía las normas y expectativas de sus padres. Sin embargo, la película va más allá de la simple historia de amor prohibido. Explora con sutileza la complejidad de las relaciones familiares, mostrando cómo las diferencias generacionales y los estilos de vida opuestos pueden generar un profundo distanciamiento, incluso cuando se comparte un vínculo emocional. La actuación de Marcos Portugal y Alba Ruíz es excepcional. Portugal, especialmente, logra capturar la confusión, la rebeldía y la vulnerabilidad de un joven en plena transición. Ruíz, por su parte, ofrece una interpretación sutil pero poderosa, transmitiendo la incomodidad y la frustración de una chica que se siente marginada por su propia familia. Los roles de los padres, interpretados por Juan Fernández y Lucía Jiménez, son igualmente convincentes, representando una desconexión que es, quizás, la raíz de todo el conflicto.
El guion, coescrito por Oliviera y Eva Min, es uno de los puntos fuertes de la película. No intenta simplificar las complejidades de la adolescencia ni de las relaciones familiares. En lugar de eso, presenta una visión realista y matizada de la vida en un entorno social marcado por la desigualdad, el consumo de drogas y la búsqueda de identidad. La ambientación, oscura y urbana, refuerza esta sensación de desamparo. El uso del color es minimalista, pero efectivo, contribuyendo a la atmósfera melancólica de la película. Se evita la glorificación del consumo de drogas; en cambio, se muestra el peligro y las consecuencias de la búsqueda desenfrenada de placer. La película se pregunta, sin ofrecer respuestas fáciles, sobre el papel de la familia en la formación de la identidad y sobre el impacto de las decisiones individuales en el desarrollo personal. Es una obra que invita a la reflexión, más allá de la simple identificación con los personajes. "Adolescencia" no es un drama ligero, pero es una película que perdura en la mente, provocando un debate interno sobre las raíces de la incomunicación y la importancia de la aceptación.
Nota: 7.5/10