Adorable seductor (1989)

“Adorable Seductor” no es una película que seduce, precisamente. A pesar de su título, y de la presencia de dos pesos pesados como Jeremy Irons y Anthony Hopkins, la obra de Alan Ayckbourn, adaptada a la pantalla, resulta ser un ejercicio de tensión contenida, una cuerda floja de sospechas y miradas furtivas que, en el fondo, carecen de la potencia que prometen. La película se erige como una atmósfera densa, más que como un drama con un núcleo argumental sólido, y eso, en última instancia, es su mayor debilidad.

La dirección de Matthew Parker se centra principalmente en crear esa sensación de incomodidad palpable. No hay grandilocuencia visual, ni escenas espectaculares que rompan el ritmo. Parker domina el arte de sugerir, de dejar que la audiencia interprete los gestos, las miradas, los silencios. Esto, por su parte, se complementa con una fotografía sutil, con una paleta de colores apagados que refuerza la idea de una pequeña comunidad atrapada en un ciclo de mentiras y deseos ocultos. Sin embargo, esta precisión, que se podría considerar un punto fuerte, también contribuye a un ritmo lento y, en ocasiones, tedioso. Se pierde en la acumulación de detalles que, aunque relevantes, no generan el impacto emocional esperado.

Las actuaciones son, sin duda, un elemento clave de la película. Jeremy Irons, en un papel que exige una gran sutileza, ofrece una interpretación magistralmente controlada. Evita cualquier melodrama, concentrándose en la ambigüedad del personaje, transmitiendo la duda y la frustración con un solo parpadeo. Hopkins, por su parte, siempre con el aire de un hombre en control, utiliza su presencia para ejercer una presión constante sobre los demás. Aunque sus roles son similares en cuanto a la dinámica de poder, cada uno aporta una personalidad distinta y una intensidad que se percibe con claridad. Es una química inquietante, fruto de la retención, la desconfianza y el deseo. La dicción de los actores de la compañía teatral, que a menudo están en las sombras, es impecable, reflejando la desbordante pasión con la que interpretan sus papeles.

El guion, adaptado de la obra teatral, es el punto más débil de la película. Si bien la historia se desarrolla de manera lógica, carece de una profundidad que le permita explorar las motivaciones de los personajes de forma más completa. La trama se mantiene en un nivel superficial, centrada en las sospechas y los rumores. Aunque se juega con la idea del engaño y la manipulación, no se profundiza en las consecuencias emocionales de estas acciones. La obra teatral, al parecer, permite un mayor desarrollo de los personajes y sus interacciones, pero la adaptación cinematográfica no logra capturar esa riqueza.

En definitiva, "Adorable Seductor" es una película estimulante, que exige atención y paciencia al espectador. Si se aprecia la atmósfera tensa y las actuaciones cuidadas, puede resultar gratificante. No obstante, la falta de profundidad dramática y un ritmo a veces excesivamente lento, restan valor a la experiencia cinematográfica. Se trata de un drama psicológico, pero no de un drama en el sentido más amplio de la palabra.

Nota: 6/10