Afterglow (1997)

“Afterglow” es un drama de cine contemporáneo que, a pesar de no alcanzar la grandilocuencia que quizás busca, ofrece un retrato interesante y, a veces perturbador, de la búsqueda de la felicidad y el significado en la vida moderna. La película, dirigida por Dennis Dimberg, se adentra en las vidas de cuatro personajes aparentemente ajenos entre sí, pero unidos por un hilo conductor de deseo insatisfecho y el anhelo por algo más. La historia se desarrolla en Montreal, un escenario frío y a menudo desolador que se refleja en el estado emocional de sus habitantes.

Jonny Lee Miller, como Jeffrey Byron, interpreta con una frialdad calculada que, en principio, parece deshumanizar a su personaje. Sin embargo, a medida que avanza la trama, se vislumbra un lado vulnerable y, paradójicamente, un torrente de inseguridades que explican sus acciones. Su ambición desmedida, impulsada por un deseo de validación y reconocimiento, es el motor principal de la película. La actuación de Lara Flynn Boyle, por otro lado, es cautivadora. Transmite con maestría la frustración y el vacío emocional de Marianne, una mujer atrapada en un matrimonio confortable pero carente de pasión. La química entre ambos actores es notable, generando un conflicto interno palpable y dramático. Nick Nolte, como Lucky, aporta una cierta rudeza y humanidad al personaje, lo que permite al espectador compadecerse de cierta forma con su situación y sus desaventuras.

Lo que realmente destaca de la película es su guion, que evita los clichés y se centra en explorar la complejidad de las relaciones humanas. La trama no se basa en acciones heroicas o momentos grandiosos; la tensión reside en los silencios, en las miradas sin palabras, en las pequeñas decisiones que marcan el rumbo de las vidas de los personajes. La película también plantea preguntas interesantes sobre el éxito, el materialismo y el papel de la maternidad en la sociedad contemporánea. A pesar de sus elementos melancólicos, “Afterglow” logra captar la atención del espectador con sus diálogos ágiles y su ritmo pausado. No se trata de una película que busca entretener con efectos especiales o saltos de acción, sino que se dedica a ofrecer una reflexión sobre la vida real, con sus imperfecciones y sus contradicciones.

Sin embargo, la película podría haber beneficiado de una mayor profundidad en algunos aspectos. Algunos personajes secundarios resultan algo planos y su papel en la trama es limitado. Además, la dirección, aunque cuidada, podría haber experimentado un mayor dinamismo en algunos momentos. Aun así, “Afterglow” es una película digna de ver, que invita a la reflexión y que, en definitiva, cumple con su objetivo de retratar la complejidad de la existencia humana.

Nota: 7/10