Agatha (1979)

“Agatha” es un thriller psicológico que, aunque no alcanza la grandilocuencia de algunas de las obras de su creadora, ofrece una intrigante y meticulosa exploración del aislamiento, la paranoia y los secretos familiares. La película, dirigida con mano firme por Charlotte Cotton, no busca replicar los misterios clásicos de Agatha Christie, sino que los utiliza como punto de partida para construir una atmósfera opresiva y densa, que te envuelve desde el primer instante. La ambientación en la Inglaterra rural de 1926, con sus casas señoriales y sus paisajes sombríos, es, sin duda, uno de los grandes atractivos de la película, logrando una sensación de desconexión y claustrofobia que es fundamental para el desarrollo de la trama.

La película se centra en Wally Stanton (Aaron Hoffman), un periodista estadounidense en busca de una historia impactante. Su llegada a la mansión de los Marston, donde reside la famosa escritora Agatha Christie (Helen Redgrave), despierta la curiosidad de todos los que la rodean. Redgrave ofrece una interpretación conmovedora y llena de matices de Agatha Christie, mostrándonos a una mujer frágil, vulnerable y atormentada por sus propios demonios internos. No se trata de una recreación literal del personaje, sino de una representación profunda de su fragilidad emocional y su lucha por mantener el control en un mundo que parece estar desmoronándose a su alrededor. La actuación de Hoffman como Stanton es sólida, pero a veces carente de la intensidad que la historia requiere. Su personaje, aunque busca la verdad, no siempre está completamente presente, lo que le resta algo de peso a sus acciones.

El guion, aunque intrincado y con giros sorprendentes, se basa en una premisa ya conocida, lo que podría haber sido un problema. Sin embargo, la película lo supera gracias a la dirección artística y al juego de luces y sombras que intensifica el suspense. La tensión se construye lentamente, a través de diálogos sutiles y miradas significativas. Los flashbacks, utilizados con moderación, aportan información crucial para entender el pasado de los personajes y los motivos que los llevan a actuar de la forma en que lo hacen. Es especialmente interesante la forma en que la película explora la dinámica entre los personajes, revelando secretos y mentiras que los separan. El final, aunque predecible para los fans del género, es satisfactorio y ofrece una reflexión sobre la naturaleza del misterio y la verdad.

En definitiva, “Agatha” es un thriller inteligente y bien ejecutado, que se beneficia de una atmósfera evocadora y de las sólidas interpretaciones de sus protagonistas. No es la mejor película de misterio de todos los tiempos, pero sí una producción que merece la pena ver, especialmente para aquellos que disfrutan de las historias que giran en torno a la verdad oculta y los secretos familiares. Su enfoque no reside tanto en la resolución de un enigma, como en la exploración de la mente humana y sus complejidades.

Nota: 7/10