Agente contrainteligente (2016)

“Agente Contrainteligente” es, en esencia, una apuesta arriesgada por la comedia negra con toques de espionaje, y aunque no llega a ser una obra maestra, resulta sorprendentemente entretenida gracias a la química innegable entre Mark Strong y Sacha Baron Cohen. La película, dirigida con una pulcritud visual y a veces casi torpida por Nicholas Braun, se apoya en un concepto inicialmente curioso: un agente de élite del MI6 descubre que su hermano, un tipo caótico y absolutamente fuera de lugar, es, en realidad, un agente de la contraespionaje rusa. La premisa, en el papel, suena a guion barato, pero Braun la ejecuta con un control sorprendente, logrando que la incongruencia entre los dos hermanos se sienta orgánica y no forzada.

La dirección de Braun se centra en el contraste de estilos entre los dos protagonistas. Se permite un ritmo frenético y montajes rápidos en las escenas donde Mark Strong, como el agente sombrío y metódico Alistair Humphrey, está involucrado en misiones de alto riesgo. En contraposición, las escenas con Sacha Baron Cohen, como el hermano rebelde y desorganizado Dmitri, se caracterizan por un tono más relajado y, a veces, caótico, con diálogos ingeniosos y situaciones absurdas que se salían con las suyas. Este contraste, aunque en ocasiones puede resultar un poco artificioso, es el motor principal de la comedia de la película. El uso de la cámara, a pesar de la preferencia por la acción, también se revela hábil en momentos de tensión y en la presentación de los personajes.

Las actuaciones son, sin duda, el punto fuerte de la película. Mark Strong ofrece una interpretación sólida y convincente como el agente frío y profesional, dotándole de una intensidad sutil que contrasta con la exuberancia de su hermano. Sacha Baron Cohen, por su parte, se liberta de la comedia slapstick y ofrece una versión más madura y compleja de su personaje, aunque aún conserva su capacidad para generar momentos hilarantes gracias a su diálogo y a su naturalismo. El resto del elenco secundario, con figuras como Monica Bellucci y Olivia Colman, aporta el peso dramático necesario para equilibrar la comedia. Sin embargo, algunas interpretaciones, particularmente las de los secundarios en las escenas menos relevantes, son algo menos impactantes.

El guion, escrito por Matthew Kennedy y Dean Pitchford, es un cóctel de ideas que a veces, pero no siempre, funcionan a la perfección. El tratamiento de los clichés del género de espionaje está presente, pero se le da un giro original y divertido. Sin embargo, la película tiende a caer en situaciones predecibles y en un humor que, en ocasiones, se siente un poco forzado. Aunque se esfuerza por ser subversiva, a veces se deja llevar por la fórmula convencional del género. No obstante, la dinámica entre los dos hermanos, el planteamiento de la trama principal y el inesperado desarrollo de la historia son lo que realmente impulsan la película hacia adelante. El tema de la disfuncionalidad familiar y la lucha por la identidad, aunque sutil, añade una capa de profundidad a la trama.

Nota: 7/10