“Agente Stone” no es una película que se olvida fácilmente. Dirigida por Gareth Evans, un nombre que hasta hace poco se asociaba principalmente con la intensidad brutal de “Rojo”, esta producción se distancia notablemente del gore y la violencia explícita de su anterior trabajo, optando por una tensión psicológica, casi operística, que se construye con paciencia y una maestría visual que resulta sorprendentemente efectiva. La película se centra en Rachel Stone (Gal Gadot), una agente de inteligencia con un pasado turbulento y una habilidad excepcional para el combate, cuya lealtad se pone a prueba cuando se encuentra en la encrucijada entre su organización y su propio instinto de supervivencia.
La dirección de Evans es, sin duda, el principal punto fuerte. Evita el exceso de clichés del género de espías y, en cambio, se sumerge en un juego de ambigüedad moral. El ritmo, deliberadamente lento en ocasiones, no es un defecto, sino una estrategia para crear una sensación constante de incomodidad y suspense. Cada escena está cuidadosamente montada, con un uso magistral de la música y la iluminación que elevan la atmósfera. La película juega con la percepción del espectador, presentando situaciones que no son fáciles de interpretar y que desafían a la audiencia a cuestionar las motivaciones de los personajes. El diseño de producción, impecable, sumerge al espectador en un mundo de lujo opulento y peligro inminente, creando una sensación de claustrofobia incluso en los espacios más amplios.
Gal Gadot, en un papel que requiere una mezcla de fuerza física, vulnerabilidad emocional y frialdad calculada, ofrece una actuación notable. Demuestra una gran versatilidad, pasando de momentos de inexpresividad glacial a explosiones de ira y desesperación. Aunque la historia le ofrece pocas oportunidades para mostrar una amplia gama de emociones, Gadot las aprovecha al máximo, transmitiendo con eficacia la angustia y el conflicto interno de Rachel Stone. El reparto secundario, liderado por Alicia Vikander y Mads Mikkelsen, también cumplen con creces, aportando profundidad a los personajes y contribuyendo a la complejidad de la trama.
El guion, escrito por Matthew Barry y Simon Barret, es, sin duda, el punto débil de la película. Si bien la premisa es interesante y el concepto prometedor, la trama resulta a veces confusa y poco desarrollada. Algunas subtramas se sienten forzadas y el ritmo, aunque intencionalmente lento, puede resultar tedioso en algunos momentos. La exploración de temas como la lealtad, la moralidad y el impacto de las decisiones del pasado podría haberse profundizado más, pero en última instancia, la película se queda en una superficie considerable. Sin embargo, la ambigüedad moral que plantea es, quizás, la razón por la que “Agente Stone” se queda en la memoria mucho después de haber terminado de verla.
En definitiva, “Agente Stone” es una película visualmente impactante y con una actuación destacada de Gal Gadot, pero que sufre de un guion que, a pesar de sus buenas intenciones, no alcanza el nivel de la dirección. Es una experiencia cinematográfica que vale la pena ver por su atmósfera tensa y su ambigüedad moral, pero que podría haber sido mucho más.
Nota: 7/10