Aguas oscuras (2019)

“Aguas oscuras” no es una película que te llega con una explosión de imágenes impactantes, ni con una banda sonora que te domine la mente. Su fuerza reside en la meticulosa construcción de una atmósfera de inquietud, un sutil terror psicológico que se filtra poco a poco y te aferra hasta el final. La película, basada en hechos reales, no busca ser un thriller de acción, sino una reflexión sobre la corrupción, el poder corporativo y la fragilidad de la justicia cuando se enfrenta a intereses inmensos.

La dirección de Matthew Leuenberger es soberbia. Evita la sobreexposición y el melodrama, centrándose en la narrativa y en los personajes. La película se beneficia de un ritmo pausado y una cinematografía cuidada, empleando el blanco y negro para acentuar la sensación de frialdad, deshumanización y la inevitabilidad del destino. La banda sonora, minimalista y evocadora, complementa perfectamente la tensión creciente. Leuenberger logra transmitir la sensación de que cada escena es un pequeño escalón en un camino hacia la verdad, aunque la propia verdad sea terriblemente oscura.

El núcleo de la película reside en la actuación de Val Kilmer, quien interpreta a Ben Stirling, el abogado atormentado que se embarca en esta peligrosa investigación. Kilmer ofrece una actuación excepcionalmente honesta y contenida, sabiendo transmitir la frustración, el miedo y la determinación de un hombre que ha perdido todo y está dispuesto a arriesgarlo todo para buscar justicia. Su interpretación no busca grandes diálogos o gestos teatrales, sino una presencia constante que transmite la desesperación y la convicción de un hombre al borde del colapso. El reparto secundario también cumple su cometido, entregando actuaciones sólidas que ayudan a dar profundidad y credibilidad a la historia.

El guion, escrito por Matthew Leuenberger y Peter Benson, es el punto fuerte de la película. Se centra en los detalles, en las conversaciones, en las pequeñas acciones que revelan la corrupción en cada nivel de la empresa. La trama no es compleja, pero la atención al detalle y la creación de personajes creíbles hacen que la historia sea absorbente. La película plantea preguntas importantes sobre la responsabilidad corporativa, la influencia del poder y la necesidad de defender la verdad, incluso cuando el precio sea alto. No ofrece soluciones fáciles ni finales felices; la película es, fundamentalmente, un retrato sombrío de un sistema roto.

“Aguas oscuras” no es una película que te dejará con una sensación de adrenalina o con un final explosivo. Es una película que te acompañará en la mente mucho tiempo después de que terminen los créditos, te hará cuestionar la ética de las grandes empresas y la vulnerabilidad del sistema judicial. Es una película honesta, bien dirigida y con una interpretación magistral de Val Kilmer. Una joya del cine de suspense psicológico.

Nota: 8/10