“Ahí va ese bólido” (o “Herbie Goes to College” en su título original) es, en esencia, una película de aventuras de la Disney de los 70, y como tal, no pretende ser una obra maestra cinematográfica. Sin embargo, se trata de una dosis de pura alegría y nostalgia que, sorprendentemente, logra engancharte gracias a su protagonista: Herbie, el Volkswagen Beetle con una personalidad tan definida como compleja. La película, dirigida por Buck Henry, no se preocupa demasiado por la profundidad narrativa, sino que se centra en construir un universo divertido y accesible, un escape optimista al Hollywood de la época dorada de la animación.
Dean Jones interpreta a Douglas Wingett, un piloto ambicioso, un poco arrogante y, al principio, completamente escéptico ante la existencia de una “inteligencia” en el coche. El guion, de James Poe y Buck Henry, presenta un desarrollo de personaje para Douglas que, aunque estereotipado, es efectivo para establecer la dinámica entre el hombre y su coche. El conflicto inicial, la creencia de Douglas de que su éxito se debe a su talento y no a la ayuda de Herbie, es un cliché, pero se maneja con un humor ligero y bien calibrado. La trama, con un intento de chantaje y un complot por parte de un rival, es predecible, pero sirve de base para una serie de situaciones cómicas que explotan el potencial de Herbie para escapar y causar el caos. El guion se basa en la improvisación y en la espontaneidad, lo que se nota en muchas de las escenas más memorables.
La actuación de Dean Jones es correcta, aunque no excepcional. Se le ve disfrutando genuinamente del papel y eso se transmite a la pantalla. Sin embargo, el verdadero corazón de la película reside en la interpretación de Herbie, un coche que, gracias a un diseño visual llamativo y a un sutil maquillaje de efectos especiales, logra transmitir una amplia gama de emociones: desde la alegría y la curiosidad hasta la valentía y la astucia. El director utiliza ingeniosamente la cámara y el montaje para darnos la sensación de que Herbie realmente piensa y siente. La banda sonora, con canciones pegadizas de Danny Elfman, contribuye a la atmósfera alegre y despreocupada de la película.
Es importante señalar que, si bien la película goza de cierto encanto nostálgico, su ritmo puede resultar algo pausado para los espectadores modernos. El enfoque está más en el entretenimiento ligero y la diversión en pantalla, que en la construcción de una historia profunda. No obstante, “Ahí va ese bólido” es un clásico del género, un pequeño tesoro de la Disney que, con Herbie al volante, te hará sonreír y recordar la importancia de la amistad y la aventura. Es una película para disfrutar sin pretensiones, permitiéndose ser lo que es: una escapada alegre y divertida al pasado.
Nota:** 7/10