Ahora me ves (2013)

“Ahora me ves” no es una película que te deja boquiabierto desde el primer segundo, pero sí que te obliga a mantener la atención, a cuestionar lo que ves y, sobre todo, a disfrutar de un espectáculo visualmente estimulante y narrativamente inteligente. Dirigida por Oriol Paulo, quien ya demostró su maestría en el thriller psicológico con “Contratiempo”, esta producción no se basa en la tensión constante y el suspense punzante, sino en la creación de un universo particular y en la lenta, meticulosa desvelación de sus secretos.

La premisa, la confrontación entre el FBI y una banda de ladrones con habilidades mágicas, puede parecer kitsch a simple vista. Sin embargo, Paulo la toma y la transforma en algo mucho más interesante. La película se apoya en la idea de que el mundo de la magia y el mundo de los negocios corruptos se entrelazan de manera inesperada. La maestría de los ilusionistas, con sus trucos elaborados y su capacidad para desorientar, se convierte en una metáfora perfecta de la manipulación y el engaño que caracterizan al mundo de los ricos y poderosos. La dirección visual es impecable; las escenas de los robos, coreografiadas con precisión, son verdaderas obras de arte que sacan el máximo partido al talento de los actores y a la capacidad del equipo técnico. Paulo juega con la perspectiva y la iluminación para crear ambientes ambiguos y sugerentes, reforzando la sensación de que nada es lo que parece.

Las actuaciones son sólidas en general, aunque la película se centra principalmente en dos personajes: Daniel Brühl como el agente del FBI, Roy Lambert, y George MacKay como el líder de "Los Cuatro Jinetes", Erik Ahrens. Brühl logra transmitir la frustración y la determinación de un hombre que lucha contra un enemigo invisible y que no comprende completamente las motivaciones de sus adversarios. MacKay, por su parte, ofrece una interpretación sutil pero contundente, logrando humanizar a un personaje que podría fácilmente caer en la caricatura del villano despiadado. Aunque la trama se centra en dos personajes principales, el reparto secundario, con actores como Mélanie Laurent y Joel Kinnaman, aporta matices y complejidad al universo de la película.

El guion, como era de esperar de Oriol Paulo, es un ejercicio de suspense psicológico. La película no se resuelve con explosiones ni persecuciones trepidantes, sino que se basa en la incertidumbre y la sugerencia. Las pistas se van revelando de forma gradual, obligando al espectador a cuestionar sus propias interpretaciones. Es una película que invita a la reflexión y que plantea interrogantes sobre la moralidad, la justicia y la naturaleza del engaño. Sin embargo, la película puede resultar algo lenta en algunos momentos, y el ritmo no siempre es el más ágil. El final, aunque impactante, puede resultar un tanto abrupto y dejar algunas preguntas sin respuesta, lo cual podría resultar frustrante para algunos espectadores.

Nota: 7/10