“Ajuste de Cuentas (Muzzle)” es una película que, a pesar de sus defectos técnicos, logra generar un inquietante suspense y una atmósfera de paranoia que te aferra desde sus primeros minutos. Dirigida por Philip Berg, la película se sumerge en la mente de Jake Rosser, un detective atormentado que se enfrenta a la pérdida de su compañero y, lo que es más perturbador, a la posibilidad de que la corrupción se extienda hasta las más altas esferas del poder. El guion, en general, se apoya en un thriller de personajes bien construido, centrado en la desconfianza y la manipulación. La premisa inicial - un asesinato brutal y el descubrimiento de una conspiración oculta - es intrigante, pero es la lenta desconstrucción de la realidad por parte del protagonista lo que realmente eleva la película.
La dirección de Philip Berg, aunque no especialmente vistosa en términos de recursos visuales, logra crear una sensación constante de tensión. Utiliza mucho la iluminación y el sonido para intensificar la atmósfera sombría, empleando silencios y música disonante para generar una sensación de incomodidad. La película no se preocupa por ofrecer acción espectacular; la tensión se deriva del diálogo y de la interpretación de los actores. El ritmo, a veces pausado, puede resultar lento para algunos espectadores, pero contribuye a la inmersión en la psicología de Rosser y su creciente paranoia. Sin embargo, a veces esa lentitud se convierte en una debilidad, perdiendo el dinamismo que podría haber enriquecido la experiencia.
El núcleo de la película reside en la actuación de Michael Sheen como Jake Rosser. Sheen ofrece una interpretación magistral, transmitiendo con convicción la desorientación, el dolor y la creciente desconfianza del personaje. Su rostro y su lenguaje corporal son tan expresivos como el diálogo, y logra comunicar la fragilidad emocional y la determinación de Rosser a la vez. Las interpretaciones secundarias, aunque competentes, no alcanzan el mismo nivel de profundidad, pero cumplen su función para reforzar la trama. A pesar de ello, la complejidad de Rosser y su lucha interna, impulsada por el trauma y la necesidad de la verdad, es lo que convierte a la película en algo más que un simple thriller criminal.
Un punto a destacar es la forma en que la película explora la corrupción no como un concepto abstracto, sino como una fuerza visceral que permea las relaciones personales y las estructuras de poder. La película no se limita a mostrar incidentes aislados de corrupción; la presenta como un sistema enraizado en la política y en la justicia. Esta reflexión, aunque no siempre bien desarrollada, añade una capa de complejidad que merece la pena considerar. Además, la banda sonora, que a menudo es inquietante y evocadora, refuerza el tono general de la película. En definitiva, "Ajuste de Cuentas (Muzzle)" es una película que te obliga a reflexionar sobre la naturaleza del poder y la fragilidad de la moral, dejando una huella incómoda en la mente del espectador.
Nota: 7/10