Al servicio del Reich (2023)

“Al servicio del Reich” no es una película que entretenga en el sentido tradicional. Es, en cambio, una obra de cine sombría y profundamente perturbadora que exige una implicación mental considerable del espectador. Dirigida con maestría por Diederich Scherneck, la película se distingue por su ambición narrativa y su capacidad para mostrar la banalidad del mal en el corazón de la Alemania nazi, lejos de los clichés de las películas bélicas convencionales. El filme se adentra en la psicología de un personaje complejo y moralmente ambiguo, Eryk, interpretado magistralmente por Eryk Kulm, y nos sumerge en una atmósfera opresiva y claustrofóbica que te carcome desde el primer instante.

La película se basa en la novela "Filip" de Leopold Tyrmand, un relato semiautobiográfico que, a pesar de su origen literario, se siente sorprendentemente vívido y actual. Scherneck ha logrado adaptar esta historia con una fidelidad notable, pero lo que realmente distingue a la película es su enfoque en la disonancia. Vemos a Eryk, un joven judío que ha sobrevivido al gueto, usando su astucia y su habilidad para la imitación para infiltrarse en la sociedad alemana, no como un héroe o un resistente, sino como un observador y, sobre todo, como un ejecutor silencioso de una venganza retorcida. La película no glorifica su acción, sino que la presenta como un acto de supervivencia desesperado, nacido de un trauma profundo y de una pérdida irreparable.

El guion, aunque a veces se apoya en ciertos elementos de melodrama para intensificar la tensión, está notablemente bien construido. Se centra en la tensión psicológica, en la constante amenaza que pende sobre Eryk, y en la delicada danza en la que se mueve para mantener su fachada. El contraste entre el lujo opulento del hotel y la amenaza latente es palpable, creando una sensación de inquietud constante. Las escenas son largas, contemplativas, permitiendo que la atmósfera se filtre y que el espectador se identifique con la desesperación de Eryk. La dirección de fotografía, fría y desaturada, contribuye a esta sensación de incomodidad, subrayando la frialdad y la falta de humanidad que caracterizan al régimen nazi.

La interpretación de Kulm es, sin duda, el punto culminante de la película. Su transformación física y mental para el papel es impresionante, pero lo que realmente lo destaca es su capacidad para transmitir la complejidad emocional de Eryk. No es un villano caricaturesco, sino un hombre roto, impulsado por la necesidad de sobrevivir y de vengarse. El resto del reparto, incluyendo a la actriz que interpreta a su amante, ofrece actuaciones sólidas y convincentes, aunque no alcanzan la misma intensidad que la de Kulm. La película no ofrece soluciones fáciles o resoluciones románticas; el final es ambiguo y deja al espectador reflexionando sobre las consecuencias de las acciones de Eryk y la naturaleza humana en tiempos de guerra.

Nota: 8/10