Al servicio secreto de su Majestad (1969)

“Al servicio secreto de su Majestad” (1969) es, a primera vista, una película que genera un debate constante dentro de la franquicia James Bond. Tras la monumental figura de Sean Connery, la llegada de George Lazenby se percibió como un cambio radical, uno que, en ese momento, no fue bien recibido por el público ni la crítica. Sin embargo, al revisitarla con la perspectiva del tiempo, la película revela una originalidad y, en cierto modo, una belleza que la distinguen de muchas de sus sucesoras.

La película, dirigida por John Glennon, se aleja deliberadamente del glamour excesivo y la sofisticación habitual de la serie. La ambientación en los Alpes suizos, con sus paisajes nevados y sus hoteles de lujo, es espectacular y, lo que es más importante, se utiliza de manera efectiva para crear una atmósfera de aislamiento y amenaza. Este elemento, junto con la música de John Barry, contribuye a un tono inquietante que, para la época, era relativamente novedoso. Barry, fiel a su estilo, entrega una banda sonora grandiosa y melancólica que se ha convertido en un clásico. La dirección de fotografía, a cargo de Ken Adam, es notablemente elaborada, creando escenarios de ciencia ficción y terror psicológico que, aunque primitivos por los estándares actuales, eran impresionantes en su momento.

La trama, aunque sencilla en su planteamiento, propone una desviación interesante del esquema estándar de la serie. La amenaza de Blofeld, personificada por Peter Sellers, no se centra en la fabricación de armas o el secuestro de un importante personaje, sino en el desarrollo y lanzamiento de una bacteria letal. Esta amenaza, por su ambigüedad y su potencial impacto global, presenta un dilema moral al agente 007, que se ve obligado a elegir entre salvar el mundo y proteger a una joven que, paradójicamente, podría ser la causa de su destrucción.

La actuación de George Lazenby ha sido objeto de numerosas críticas, y es comprensible. Su falta de carisma natural y su escasa experiencia actoral son evidentes. Sin embargo, Lazenby, en este contexto, no se pretende que sea un Bond charmoso y seductor. En lugar de eso, se le presenta como un hombre que se enfrenta a una amenaza aterradora y que lucha con valentía y determinación. Diana Rigg como Tracy di Vicenzo aporta una elegancia y un misterio que complementan la tensión general. Peter Sellers, como Stavro Blofeld, ofrece un papel memorable, alternando entre la calma maquiavélica y la excentricidad, lo que lo convierte en un villano de lo más inquietante.

En definitiva, “Al servicio secreto de su Majestad” no es la película más pulida o espectacular de la saga James Bond. Sin embargo, su originalidad, su atmósfera sombría y su enfoque en la amenaza biológica la convierten en una entrega singular que merece ser apreciada no solo por sus fans leales, sino también por aquellos que buscan una perspectiva diferente de la franquicia. La película es un experimento que, a pesar de sus imperfecciones, ha legado una huella distintiva.

Nota:** 7/10