Alabama Monroe (2012)

“Alabama Monroe” no es una película fácil de digerir, ni tampoco pretende serlo. Es una película que se instala lentamente en tu interior, dejando tras de sí una huella de melancolía y una reflexión profunda sobre el amor, la pérdida y la capacidad humana para resistir. La dirección de Ben Lewin es precisa y discreta, optando por un realismo crudo que evita los clichés sentimentales y se centra en la autenticidad de las emociones. Lewin no busca adornar la historia, sino mostrar la vida de Elise y Didier, en sus momentos de felicidad desbordante y en los momentos más oscuros, sin juzgar ni moralizar.

La película se centra en la relación entre Elise, una tatuadora con un talento excepcional y una visión del mundo particular, y Didier, un músico de bluegrass con una sensibilidad que se refleja en su interpretación del bajo. Su conexión inicial, impulsada por la pasión musical y una química innegable, es retratada con una naturalidad conmovedora. La película logra capturar la esencia de un amor a primera vista, no como un cuento de hadas, sino como una realidad compleja, llena de matices y desafíos. El embarazo de Maybelle, el hijo de la pareja, aporta un nuevo componente a la dinámica, elevando la película a un nivel superior de emoción. Sin embargo, la llegada de la enfermedad de Maybelle marca un punto de inflexión, poniendo a prueba los límites del amor y la resistencia de la pareja.

El elenco es sobresaliente. Florence Pugh como Elise ofrece una actuación increíblemente sutil y potente. Su capacidad para transmitir la vulnerabilidad, la fortaleza y la desesperación es asombrosa. Paul Mescal, por su parte, como Didier, ofrece una interpretación igualmente impactante. Su personaje evoluciona a lo largo de la película, mostrando la fragilidad de un hombre que se ve abrumado por la enfermedad de su hija. La relación entre ambos actores es el corazón de la película, y su química es palpable desde el primer momento. Los secundarios también son excelentes, aportando profundidad y autenticidad a la narrativa. El vestuario y la ambientación también son impecables, contribuyendo a crear una atmósfera realista y evocadora de la ruralidad de Alabama.

La película, sin embargo, no está exenta de algunas debilidades. El ritmo, a veces, se vuelve pausado hasta el punto de resultar un tanto lento. Algunos espectadores podrían sentirse frustrados por la falta de acción y la insistencia en la contemplación de las emociones. El guion, en general, es sólido, pero podría haber explorado con mayor profundidad las razones que llevan a Didier a reaccionar de manera tan drástica a la enfermedad de Maybelle. Sin embargo, estas pequeñas imperfecciones no disminuyen el impacto emocional de la película. “Alabama Monroe” es una experiencia cinematográfica que te obliga a conectar con tus propios sentimientos y te deja con una sensación de melancolía y esperanza al mismo tiempo.

Nota: 8/10