“Alguien como Hodder” es una película que se presenta como un cuento de hadas moderno, pero que en realidad se revela como una meditación extrañamente conmovedora sobre la soledad, el anhelo y el poder de la imaginación. La película, dirigida por Dexter Holland, no busca la grandilocuencia ni la espectacularidad visual, optando por un tono introspectivo y un ritmo deliberadamente pausado que puede resultar frustrante para algunos espectadores, pero que también es precisamente lo que la hace tan particular. La historia se centra en Hodder, un niño retraído y socialmente torpe que vive en un pequeño pueblo y se refugia en su propio mundo imaginario, donde la realidad se desdibuja con facilidad.
Las actuaciones son el corazón de la película. Henry Hopper, como Hodder, ofrece una interpretación sutil y creíble, transmitiendo con maestría la vulnerabilidad del personaje y su deseo de conexión. No es un niño heroico o valiente; es un niño que necesita desesperadamente que alguien le preste atención. Su interpretación se beneficia enormemente de la dirección de Holland, quien le da la libertad de explorar los rincones más oscuros de su personaje. También merece una mención especial a Benjamin Flores Fox, quien interpreta a Philip, el chico más fuerte de la clase, aportando una mezcla de arrogancia y cariño que contrasta notablemente con la fragilidad de Hodder. Las interacciones entre ambos son el motor principal de la película, y la química entre los dos actores es genuina y convincente.
El guion, adaptado de una novela de Sally Rooney, se centra en la construcción de la relación entre Hodder y Philip. La historia no se apoya en la aventura o el conflicto externo, sino en el lento desmantelamiento de las barreras emocionales entre los dos personajes. La trama, aunque sencilla, está llena de matices y subtextos, explorando temas como la adolescencia, la incomunicación y la búsqueda de identidad. Es cierto que el ritmo puede ser un obstáculo; la película dedica un tiempo considerable a mostrar la cotidianidad de los personajes, pero esta lentitud no es gratuita. Permite al espectador adentrarse en la mente de Hodder y comprender su perspectiva. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas sobre la naturaleza de la amistad y la importancia de la empatía. Si bien algunos pueden encontrar la falta de acción decepcionante, la película compensa con su honestidad emocional y su capacidad para evocar sentimientos profundos.
La fotografía, con una paleta de colores suaves y apagados, contribuye a la atmósfera melancólica de la película. La banda sonora, minimalista y evocadora, acompaña sin presionar, realzando la introspección de las imágenes. “Alguien como Hodder” no es un espectáculo visual deslumbrante, sino una experiencia cinematográfica que se instala en la mente del espectador, invitándolo a reflexionar sobre la vida, la soledad y la búsqueda del significado.
Nota: 7/10