Algunos hombres buenos (1992)

“Algunos hombres buenos” (Algunos hombres buenos), dirigida por Steven Spielberg, no es solo una película sobre un juicio legal; es una meditación compleja y perturbadora sobre la moralidad, la justicia y la deshumanización en tiempos de guerra. Spielberg se atreve a explorar territorios cinematográficos difíciles, alejándose de la espectacularidad habitual de su filmografía para ofrecer una obra que persiste en la mente mucho tiempo después de que los créditos finales hayan rodado. La película, basada en el libro de Jonathan Safran Foer, se centra en el teniente Daniel Kaffee (Tom Cruise), un abogado de la Marina idealista que se ve obligado a defender a dos marines, Barry Lake y Joseph Henry, acusados del asesinato de un joven negro, William Petersen. Lo que inicialmente parece un caso sencillo se transforma en un laberinto de secretos, mentiras y prejuicios, poniendo a prueba los límites de la lealtad y la convicción personal.

La dirección de Spielberg es magistral en la construcción del suspense y en el ritmo pausado pero implacable de la narrativa. No recurre a clichés del género legal, sino que se enfoca en los detalles, en las miradas, en los silencios. La película se construye, poco a poco, mostrando la tensión y la creciente desconfianza entre Kaffee y sus clientes, así como la atmósfera opresiva de la base militar de Guantánamo. La fotografía de Janusz Kamiński contribuye enormemente a esta atmósfera, empleando una paleta de colores apagados y contrastes sombríos para reflejar la desesperación y la incertidumbre que impregnan la historia. Sin embargo, la película no glorifica la guerra ni romantiza el papel de los soldados. La base militar se presenta como un lugar frío y despersonalizado, donde las rutinas y las normas son estrictas y la humanidad parece haberse desvanecido.

La interpretación de Tom Cruise como Daniel Kaffee es, sin duda, uno de los grandes logros de la película. Cruise, normalmente asociado a roles más explosivos, ofrece una actuación sorprendentemente sutil y contenida, transmitiendo la lucha interna del personaje y su creciente dilema moral. Su Kaffee no es un héroe en el sentido tradicional; es un hombre inteligente y ambicioso, pero también vulnerable y susceptible a la manipulación. El elenco secundario, incluyendo a Ed Harris como el Coronel Jessup, es igualmente impecable. Harris ofrece una interpretación aterradora del militar implacable y autoritario, un personaje que personifica la deshumanización y el fanatismo. La química entre Cruise y Harris es excepcional, generando una confrontación memorable.

El guion, adaptado de Foer, es lo más controvertido de la película. Si bien la historia es absorbente y la exploración de temas como la raza, la justicia y el papel del individuo en tiempos de guerra son pertinentes, la narrativa a veces se siente forzada y excesivamente simbólica. La inclusión de la técnica de la "imagen de la señora" (la figura de una mujer blanca en un vestido rojo) es una estrategia estilística que, si bien crea una atmósfera inquietante, también resulta excesiva y, en algunos momentos, distractora. No obstante, la película logra, en última instancia, plantear preguntas difíciles y obligar al espectador a reflexionar sobre la complejidad de las decisiones morales en situaciones extremas. La película, en definitiva, es una obra que invita a la discusión y a la debatimiento.

Nota: 8/10