All Dirt Roads Taste of Salt (2023)

“All Dirt Roads Taste of Salt” no es una película que te da la mano y te guía. Es una experiencia visceral, una inmersión profunda en la psique de una mujer y en el alma de un rincón específico de Mississippi. La película, dirigida con una sensibilidad casi hipnótica por Antoinette Grot, se presenta como un viaje a través de la memoria y el paisaje, no como una cronología lineal. La narrativa, más que contar una historia, transmite una sensación de urgencia, de la necesidad imperiosa de aferrarse a la tierra y a los recuerdos que la moldean.

La película se centra en Mack (Kaylee Nicole Johnson), una mujer que regresa al lugar de su infancia tras un evento trágico. Johnson ofrece una actuación absolutamente magnética, con una economía de gestos y miradas que hablan más que mil palabras. Logra transmitir la complejidad de un personaje que se enfrenta a la pérdida, al dolor y a la lucha por encontrar su lugar en el mundo. Su actuación es fundamental para sostener la intensidad emocional de la película, que a menudo se apoya en la silenciosa contemplación del paisaje y en la comunicación no verbal entre los personajes.

El film despliega un estilo visual que recuerda a los expresionistas del pasado, con un uso del color y la luz que evoca la atmósfera opresiva y melancólica de la región. Los planos largos y las composiciones cuidadosas contribuyen a crear una sensación de claustrofobia y aislamiento. Pero no se limita a la estética; la dirección artística juega un papel clave en la narración, asociando ciertos colores y texturas con las emociones y los recuerdos de Mack. La cámara no juzga; simplemente observa, permitiendo que el espectador forme sus propias interpretaciones.

El elenco de apoyo, encabezado por Chris Chalk, Sheila Atim y Moses Ingram, también ofrece actuaciones excepcionales. Cada uno de ellos aporta profundidad a la historia, explorando las complejidades de las relaciones familiares y la dinámica social en una comunidad marcada por la pobreza y el racismo. Particularmente notable es la interpretación de Sheila Atim, quien personifica la sabiduría y la fuerza de la matriarca, un personaje que actúa como brújula para Mack en su búsqueda de identidad.

El guion, coescrito por Antoinette Grot y Kaylee Nicole Johnson, se resiste a ofrecer respuestas fáciles. En lugar de eso, plantea preguntas incómodas sobre la memoria, el legado y la responsabilidad hacia el pasado. El film no busca simplificar las relaciones familiares ni glorificar el pasado; presenta la complejidad de la vida en una comunidad donde la historia y la identidad están profundamente entrelazadas. La película, en su esencia, celebra la resiliencia del espíritu humano y la importancia de los lazos que nos conectan a la tierra y a nuestra historia.

Nota: 8/10