Alma salvaje (2014)

“Alma salvaje” no es simplemente una película; es una experiencia visceral que se instala en la memoria mucho después de sus créditos finales. La película, dirigida con una maestría silenciosa por Charlotte Wells, se sumerge en la intimidad de Sam (Florence Pugh), una joven que se prepara para la adultez, a través de un viaje en moto con su padre, Robert (Paul Mescal), por el árido paisaje del desierto de Mojave. El viaje, aunque aparentemente sencillo, se convierte en un catalizador para la búsqueda de identidad de Sam, un proceso profundamente introspectivo que la aleja de su familia y de la seguridad de su vida en California.

La dirección de Wells es excepcional. Logra transmitir la sensación de soledad y de descubrimiento con una sutileza asombrosa. Evita el melodrama, abrazando el silencio y la observación, permitiendo que la belleza desolada del paisaje y la relación entre Sam y Robert hablen por sí mismos. La película no necesita explicaciones; se basa en la sugestión y en la capacidad del espectador para llenar los espacios en blanco con sus propias emociones y experiencias. Los planos largos y las tomas subjetivas, captadas a través de la cámara de Sam, nos sumergen completamente en su mundo interior, permitiéndonos sentir la incomodidad, la curiosidad y la vulnerabilidad de la joven.

Las actuaciones son igualmente sobresalientes. Florence Pugh ofrece una interpretación magistral, retratando a Sam con una honestidad desarmante. Su evolución a lo largo de la película es palpable, desde la adolescente insegura hasta la mujer que se está forjando en el camino. Paul Mescal, por su parte, aporta una profundidad inesperada a su personaje. Robert no es un padre ideal, pero sí un hombre con sus propias heridas y con una forma particular de amar. La química entre Pugh y Mescal es magnética y realista, creando una dinámica de relación compleja y conmovedora. No se trata de una paternidad perfecta, sino de un vínculo humano imperfecto, pero auténtico. La relación se construye lentamente, con miradas significativas, silencios cargados de significado, y momentos de inesperada cercanía.

El guion, coescrito por Wells y Charlotte Wells, es delicado y lleno de matices. La película explora temas universales como la pérdida, la identidad, la memoria y la búsqueda de significado. El lenguaje es simple pero evocador, y evita caer en clichés o en explicaciones simplistas. La película se centra en las pequeñas cosas, en los detalles aparentemente insignificantes que conforman la vida de Sam. La banda sonora, minimalista y ambiental, complementa a la perfección la atmósfera melancólica y contemplativa de la película. “Alma salvaje” no ofrece respuestas fáciles, pero sí la pregunta esencial: ¿quién somos realmente y de dónde venimos? Es una obra cinematográfica que invita a la reflexión y a la introspección, dejando una huella duradera en el espectador. Es un recordatorio de la belleza y la fragilidad de la vida, y de la importancia de conectar con nuestros propios deseos y necesidades.

Nota: 8.5/10