Almas en la hoguera (1949)

“Almas en la hoguera” (Mindsight), de la directora y guionista Mary Jane Berk, no es una película de guerra convencional. Olvídate de batallas épicas y simulacros realistas. En su lugar, nos ofrece una exploración intensa y, en ocasiones, desconcertante de la salud mental en medio de la Segunda Guerra Mundial, centrándose en el general Frank Savage (interpretado con una sutileza conmovedora por Ben Foster), un hombre atormentado por sus propios demonios internos y que se encuentra a la deriva en una misión crucial. La película, lejos de glorificar la guerra, la presenta como un caldo de cultivo para el sufrimiento psicológico, exponiendo la fragilidad humana ante el horror y la presión.

La dirección de Mary Jane Berk es magistralmente observadora. La película se construye lentamente, permitiendo que el espectador se sumerja en la mente de Savage, quien lucha contra un pasado turbulento y una profunda sensación de culpa. La atmósfera es opresiva, saturada de un silencio cargado y de miradas que sugieren más de lo que se dice. Berk evita el melodrama fácil, optando por un enfoque psicológico que explora la desintegración del personaje principal a medida que asume el mando de una unidad de bombardeo exhausta y desmoralizada. No se trata de una toma de mando triunfal, sino de un proceso lento y doloroso, marcado por la incertidumbre y la constante amenaza del fracaso.

Ben Foster ofrece una actuación particularmente convincente, logrando transmitir la complejidad de Savage con una economía de medios impresionante. Sus gestos, su mirada, incluso su forma de caminar, revelan una profunda angustia y un vacío interior. La química entre Foster y el resto del elenco, que incluye a Alicia Silverstone como la doctora de la base, es palpable. Aunque el papel de la doctora es relativamente pequeño, su personaje ofrece una luz tenue en la oscuridad, representando la posibilidad de la comprensión y la sanación. La película no se enfoca en relaciones románticas, sino en la comunicación, o la falta de ella, entre los personajes.

El guion, en general, es sólido, aunque a veces un tanto lento. Si bien la deliberada lentitud contribuye a la atmósfera opresiva, algunos momentos podrían haberse acortado sin sacrificar la intensidad emocional. Sin embargo, la película logra mantener el interés a lo largo de su duración, gracias a la fuerza de las actuaciones y la dirección impecable. La ambientación de la época y la recreación visual son consistentes y respetuosas con el contexto histórico. Lo que realmente distingue a "Almas en la hoguera" es su enfoque poco común, que prioriza la exploración de la psicología de los personajes sobre la espectacularización de la guerra. Es una película que invita a la reflexión, que desafía las convenciones del género bélico y que nos recuerda la importancia de comprender el trauma psicológico de aquellos que sufren en silencio.

Nota: 7.5/10