Alps (2011)

“Alps” es, sin duda, una película que te instala un escalofrío, un frío que te recorre la espina dorsal mucho después de que los créditos finales se hayan desenrollado. Dirigida por la experimentada Ursula Meier, la película no ofrece espectáculo visual grandioso ni una narrativa convencional, optando por una atmósfera de inquietud y ambigüedad que obliga al espectador a cuestionar la moralidad y las consecuencias de sus propias acciones.

La historia, centrada en la enfermera Anna (interpretada con una sutileza admirable por Sandra Hüller), nos sumerge en un mundo clandestino de "sustitución". Anna forma parte de “Alps”, un grupo que, por una suma de dinero considerable, ofrece a las familias de los difuntos la oportunidad de tener un reemplazo, un doble que continúa su vida, imitando los recuerdos y las rutinas del fallecido. La película no se molesta en explicar la lógica detrás de este negocio macabro, ni en justificarlo; simplemente presenta la práctica como un hecho, un negocio despersonalizado que atormenta tanto a los profesionales involucrados como a los clientes. La elección de Hüller para el papel principal es fundamental: su actuación es minimalista, casi inexpresiva en muchos momentos, pero transmitiendo una profunda tristeza y un peso que supera con creces cualquier diálogo o gesto recargado.

La dirección de Meier es magistral en el uso de la iluminación y la composición de los planos. Las escenas se desarrollan en espacios reducidos, casi claustrofóbicos, lo que intensifica la sensación de encierro y la inquietud. La fotografía en blanco y negro, con un tratamiento que recuerda a los documentales de la época, aporta un aire de realismo y desolación. Sin embargo, la película no cae en el melodrama; se centra en los pequeños detalles, en las miradas furtivas, en el silencio incómodo que reina entre los personajes. La música, discreta pero efectiva, contribuye a generar el ambiente opresivo que impregna la narrativa.

El guion, escrito por Meier y Antoine Corse, es notablemente sutil y poderoso. Evita explicaciones fáciles y se deleita en la ambigüedad. No se nos dice si las sustituciones son realmente beneficiosas para las familias o si, en realidad, son una forma de perpetuar el dolor y la pérdida. La película explora, de manera brillante, la naturaleza de la memoria, la identidad y el duelo. La idea de que el “reemplazo” puede, en cierto modo, despojar al fallecido de su verdadera esencia, se presenta de forma inquietante y provoca una profunda reflexión sobre el valor de la vida y la muerte.

Si bien “Alps” podría resultar excesivamente lenta para algunos espectadores acostumbrados a películas más convencionales, su atmósfera opresiva, sus actuaciones impecables y su guion inteligente la convierten en una obra cinematográfica que merece la pena ver y, sobre todo, que merecería analizar y debatir. Es una película que te queda grabada en la mente, te obliga a cuestionar lo que te presentan como “normal” y te deja con una sensación inquietante de incomodidad moral.

Nota: 8/10