Altamente Inflamable (2024)

“Altamente Inflamable” (highly flammable, en su título original) es una película que no te deja indiferente, y la intensidad de esa experiencia es, precisamente, su mayor atractivo. La dirección de Arturo Ruiz Palacios es una de las claves para entender esta película, logrando un ritmo pausado pero incesante, como si la incomodidad de la situación central se expandiera lentamente, impregnando cada plano, cada conversación. No hay artificios, ni explosiones visuales (aunque el título lo sugiera), sino una meticulosa construcción de atmósfera, donde la incomunicación y la herida emocional son los verdaderos protagonistas. Ruiz Palacios no se limita a contar una historia; construye una experiencia, una sensación de claustrofobia existencial que te envuelve y te obliga a reflexionar sobre el peso del pasado y las consecuencias de nuestras decisiones.

Las actuaciones son, sencillamente, impecables. Hugo Silva, como Ramana, ofrece una interpretación magistral, transmitiendo con una mirada, con un gesto, con una inflexión en la voz, una profunda melancolía y un creciente resentimiento. Su personaje es un enigma, un hombre que se aferra a una herida que no quiere cerrar, y Hugo Silva lo hace con una honestidad brutal, sin caer en la melodrama. La relación entre Ramana y su madre, interpretada con una fuerza contenida por Ana Torrent, es la columna vertebral de la película. La tensión se construye lentamente, a través de diálogos lacónicos y miradas significativas. No es una confrontación explosiva, sino un sutil y escalofriante enfrentamiento entre dos personas que se han roto el corazón la una a la otra. Ana Torrent aporta a este duelo un matiz de desesperación silenciosa, de una vulnerabilidad que te destroza. El resto del reparto, aunque con menos tiempo en pantalla, también cumple a la perfección, contribuyendo a la credibilidad del universo creado por Ruiz Palacios.

El guion, escrito por Ruiz Palacios y Miguel Hervás, es delicado y sutil. Evita los clichés del melodrama familiar. No se basa en verdades lapidarias o en la resolución fácil de un conflicto. La película se centra en lo no dicho, en las miradas, en los silencios, en las pequeñas acciones que revelan las profundidades de la relación entre Ramana y su madre. La historia se desarrolla en un espacio reducido, en una casa de campo, lo que intensifica la sensación de encierro y de aislamiento. El guion se aferra a la ambigüedad, dejando al espectador la tarea de interpretar las motivaciones de los personajes y las razones de su comportamiento. Esta ambigüedad, lejos de ser un defecto, es una de las mayores fortalezas de la película, ya que obliga al espectador a participar activamente en la construcción del significado de la historia.

“Altamente Inflamable” no es una película fácil de ver. Es una película que te exige atención, que te obliga a confrontar tus propios sentimientos sobre el dolor, el perdón y la memoria. Sin embargo, es una película que te recompensa con una experiencia cinematográfica única, intensa y memorable. Es una pequeña joya, un retrato agridulce del duelo y una exploración profunda de la complejidad de las relaciones humanas. La película, en definitiva, es un ejercicio de maestría cinematográfica, una demostración de la capacidad de la fotografía y la dirección de arte para crear una atmósfera única y perturbadora.

Nota: 8/10