Amanece en Edimburgo (2013)

“Amanece en Edimburgo” es una película que, a pesar de su temática familiar, se siente profundamente anclada en la melancolía y la introspección. Dirigida con maestría por Jim Goodwin, el filme no intenta generar un melodrama grandilocuente, sino que se entrega a una exploración sutil y, en ocasiones, dolorosa de las consecuencias del pasado y la fragilidad de las relaciones. La película no se preocupa por ofrecer respuestas fáciles ni juicios definitivos; en cambio, se limita a presentar un retrato honesto de una familia que se ve sacudida por un secreto enterrado durante años.

La dirección de Goodwin es notablemente calmada. No hay explosiones de emociones, ni diálogos forzados. Se permite que la tensión se acumule lentamente, observando las pequeñas grietas en las relaciones entre los personajes. La ambientación en Edimburgo, con sus calles lluviosas y su atmósfera sombría, es un personaje en sí mismo, intensificando la sensación de desasosiego. La fotografía, en general, es excelente, jugando con la luz y la sombra para subrayar la atmósfera de introspección y la sensación de que algo siniestro se esconde bajo la superficie.

Las actuaciones son particularmente sólidas. Brian Cox, en el papel de Rab, ofrece una interpretación magistral, transmitiendo la complejidad de un hombre atormentado por su pasado y la responsabilidad que siente hacia su familia. Su actuación es esencialmente silenciosa, pero comunica una enorme carga emocional a través de pequeños gestos y miradas. Ewen Bremner como Davy también destaca, mostrando con convicción la lucha interna de un veterano que intenta reconstruir su vida después de la guerra. Sin embargo, el verdadero corazón de la película reside en la interpretación de Karen Hynke como Liz, quien aporta una vulnerabilidad y una fuerza interior que la convierten en un personaje profundamente conmovedor. Su evolución a lo largo de la trama es uno de los puntos fuertes del filme.

El guion, adaptado de una obra de teatro de Douglas Maxwell, es inteligente y delicado. La trama se despliega a un ritmo pausado, permitiendo que los personajes y sus motivaciones sean desarrollados con profundidad. La revelación del secreto familiar es un momento clave, que desencadena una serie de eventos inesperados y revela las consecuencias devastadoras que pueden tener las mentiras y la culpa. Sin embargo, el guion evita caer en clichés dramáticos, y se centra en las consecuencias humanas de la verdad. La película no busca juzgar a sus personajes, sino que se concentra en mostrar cómo el pasado puede seguir persiguiendo a las personas, independientemente de cuánto intenten escapar de él.

“Amanece en Edimburgo” es una película que permanece en la memoria. No es un espectáculo visualmente impactante, pero sí un relato emocionalmente resonante sobre la familia, el perdón y la búsqueda de la redención. Una película que invita a la reflexión y que deja al espectador con una sensación de melancolía persistente.

Nota: 7.5/10