Amarillito (2014)

“Amarillito” no es, en absoluto, la película que se esperaría viendo su premisa. Inicialmente, la película parece apuntar a un público infantil, con una animación limpia y colores vibrantes que recuerdan a los clásicos de Disney. Sin embargo, tras unos minutos, se revela una historia sorprendentemente compleja y emocionalmente resonante sobre la valentía, la familia y la búsqueda de uno mismo. La dirección de Alejandro Hervias y la tripulación animadora logra un equilibrio delicado entre lo divertido y lo conmovedor, creando una experiencia visualmente atractiva que cautiva desde el primer momento.

La historia se centra en el pequeño y despistado Amarillito, un gorrión que, hasta el día de su vida, nunca ha salido de su nido. La película, sin embargo, no se centra en un simple viaje. Se trata de un viaje de descubrimiento, un cambio de perspectiva. La decisión de Amarillito de alejarse, impulsado por su amiga Mariquita, es un acto de rebeldía juvenil que le abre las puertas a un mundo nuevo y desafiante. El guion, a menudo sutil y basado en la observación, consigue transmitir las dudas y el miedo de Amarillito, haciendo que la audiencia se identifique con su lucha interna. La película evita las soluciones fáciles y plantea preguntas sobre lo que significa pertenecer a una familia, incluso si esa familia no es de sangre.

Las actuaciones, en el sentido amplio de la palabra, son extraordinarias. Aunque no son actuaciones interpretativas en el sentido tradicional, la voz de Miguel Ángel Silvestre como Amarillito es perfecta. Transmite la inocencia, la curiosidad y, eventualmente, el coraje del personaje de una manera convincente. Los personajes secundarios, como Darius y Carl, también están bien construidos y aportan dinamismo a la trama. Darius, el líder de la bandada, es un personaje complejo con sus propias heridas y motivaciones, y Carl, el vigilante, aunque desconfiado, se revela como una figura de apoyo inesperada. La relación entre estos personajes crea una dinámica interesante que impulsa la narrativa.

Visualmente, "Amarillito" destaca por su atención al detalle. La recreación de África es impresionante, no solo en términos de paisajes, sino también en la representación de la fauna y flora. Se nota que se ha dedicado mucho trabajo a la investigación y al diseño de los entornos. La banda sonora, suave y evocadora, complementa a la perfección la atmósfera de la película. Además, la película no se limita a la acción y la aventura; incluye momentos de gran belleza y lirismo que resaltan la sensibilidad del director. La forma en que se representa la migración, no solo como un viaje físico sino como una búsqueda espiritual, es particularmente impactante.

En definitiva, “Amarillito” es una película sorprendentemente madura y conmovedora que trasciende las expectativas. Es una historia de aventura, sí, pero también una meditación sobre el significado de la familia, la amistad y la valentía para seguir tus propios sueños. Una película que invita a la reflexión y que, sobre todo, te deja una sensación agridulce al final. Es una experiencia cinematográfica que merece la pena vivir.

Nota: 8/10